¡Dejadme vivir! Geología, Paleontología, Ecología, Educación.

Enrique Gil Bazán.
Doctor en Ciencias Geológicas (Paleontología).
Zaragoza, Aragón, España.

lunes, 19 de diciembre de 2011

Campos de golf ecológicos

Escudo de Torrebaja (Valencia).


A los vecinos de Torrebaja, en el Rincón de Ademuz (Valencia), donde está previsto uno.

       Han estado de moda durante muchos años. Los de bonanza económica sobre todo. En los años 70, 80 y 90 era el esquí, épocas en las que se desarrollaron proyectos de estaciones en casi todas las montañas españolas para nuevos esquiadores. Era y sigue siendo un deporte masificado donde mucho esnob se dejaba ver por los telesillas vestidos con traje de astronauta. Era el símbolo de modernidad y de progreso de esos tiempos: tener dinero suficiente,  o aparentarlo, como para poder “permitirse” un deporte de ricos hasta la fecha. Desde finales de los años 90 y la década pasada esa moda se desinfló casi a la par del auge de otra moda: los campos de golf. Naturalmente esa devoción deportista venía de la inocente mano de unos interesados constructores que “rodeaban” al verde campo con agujeritos de una impresionante masa de chalés y apartamentos que servirían de refugio a los cansados deportistas. Por supuesto que no todos los campos de golf se destinaban a la gente llana, en general, sino que, y siguiendo la máxima de Santa Teresa “siempre ha habido clases y siempre las habrá”, las instalaciones de élite, con lujos desmesurados y al alcance económico de muy pocos, están en áreas de la Costa del Sol y exclusivas zonas del sur gaditano, dejando para el “vulgo” los parajes y entornos siempre más roceros y de masas como son los del levante peninsular.
       En los últimos coletazos de la fiebre o marea desarrollista del lustro pasado se han diseñado y previsto en la España interior numerosas “actuaciones” encaminadas a la divulgación de este deporte tan peculiar. Y en este sentido resulta altamente significativo que incluso en una de las comarcas más infradesarrolladas y olvidadas de la Comunidad Valenciana, como es el Rincón de Ademuz, y en concreto en Torrebaja, una empresa, al parecer de titularidad irlandesa, se haya interesado en adquirir una buena parte de su terreno, al municipio y a particulares, para hacer allí un gran campo de golf. Como supondrán, en un pueblo de no llega a 500 habitantes, el revuelo ha sido tremendo. Sobre todo por la forma de hacer las cosas. Antes de analizar su repercusión ecológica señalaré que la empresa extranjera interesada obtuvo o encontró  como medio de relación con los habitantes de la localidad, y dueños mayoritarios de las tierras, con una “altruista gestora” formada por señalados personajes de Torrebaja que no dudaron en gestionar y mediar en la compraventa de terrenos y divulgar, además,  los grandes logros que se iban a conseguir  para el pueblo. Tengo entendido que hasta “consiguieron” con esfuerzo de los irlandeses la construcción de un pequeño observatorio astronómico en una loma cercana, reivindicación y deseo  secular  prioritario de los torrebajeros.
El Puntal del Mediero, presidiendo la zona del futuro campo de golf.
       Pero prefiero hacer una serie de consideraciones acerca de la repercusión ecológica que puede tener un campo de golf, tema siempre en controversia con los intereses de empresarios y las ideas ecologistas.  Está claro que la práctica del golf se ha convertido en los últimos años en una importante fuente de ingresos para los sectores turístico e inmobiliario. Se calcula que unas 800.000 personas visitan cada año España para practicar este deporte en los casi 300 campos repartidos en todas las comunidades autónomas, especialmente las mediterráneas. Los grupos ecologistas consideran que los campos de golf producen un fuerte impacto ambiental porque ocupan grandes extensiones de terreno, conllevan la creación o modificación de nuevos núcleos urbanos, utilizan fertilizantes y plaguicidas poco ecológicos, y especialmente, porque consumen grandes cantidades de agua. Según la organización conservacionista WWF/Adena, los campos de golf del mediterráneo constituyen un "riesgo medioambiental creciente": cada uno de ellos gasta el volumen de agua equivalente a una ciudad de 12.000 habitantes.
       Por su parte, los defensores de estas instalaciones deportivas aseguran que no gastan agua potable, sino aguas residuales que reutilizan mediante una planta potabilizadora, contando algunos de estos campos  con modernas tecnologías para optimizar el consumo de agua. Es el caso, por ejemplo de uno que encaja en lo que ahora se llama campo de golf ecológico, de Mossa Trajectum, una urbanización tipo "resort" ubicada cerca de Murcia capital y avalada por el exfutbolista Johan Cruyff, que consume un 60% menos de agua que cualquier otro de la región. Mediante un moderno sistema vía satélite se controla con toda precisión el tiempo y la cantidad de riego necesarios, manteniendo así la humedad y los nutrientes.
        Sin embargo, las organizaciones ecologistas critican que la utilización del agua potable de este tipo de instalaciones es generalizada. Es constatable  la gran cantidad de denuncias de las Confederaciones Hidrológicas por abusos de canales subterráneos y aguas públicas, así como la larga lista de expedientes sancionadores por suministros ilegales de agua. Por ejemplo, según Greenpeace, 27 de los 29 campos de la Comunidad de Madrid han sido denunciados por no utilizar agua reciclada, y la Confederación Hidrológica del Tajo ha abierto expedientes sancionadores contra otros 10. Según Ecologistas en Acción, aunque utilizaran agua reciclada, seguirían constituyendo un despilfarro, puesto que este tipo de agua debería utilizarse en actividades más necesarias para todos los ciudadanos como la limpieza urbana, en la que se usa agua potable.
       ¿Cómo encajar y filtrar la información anterior ante la posibilidad de instalar un campo de golf en una localidad del interior? Después de oír numerosos criterios y “peros” ciudadanos de tipo económico y algún que otro escaso argumento de corte ecologista al campo de golf en Torrebaja,  podemos establecer criterios que pueden resultar útiles a la hora de configurarse una idea más coherente  sobre el mayor o menor acierto de su instalación.
       En primer lugar es de todos sabido el gran éxodo que en las últimas décadas se ha producido en todas las zonas rurales del interior, con el abandono de terrenos agrícolas que durante muchos años fueron explotados por sus habitantes. Por tanto, si hay que decir algo a favor de los campos de golf en esas zonas es que se encuentran con un terreno en su mayoría improductivo y en abandono desde hace años. Esto significa que no se cambia drásticamente el uso del suelo en producción agrícola por un campo verde de explotación turística, sino que se “restaura” ese uso para otro fin. Por otro lado, el agua que se pudiera usar en el golf para su mantenimiento sería, desde luego, en mayor cantidad que la que se pudiera reciclar proveniente de la que se usó para fines domésticos e industriales en  localidades de tan escasa población, con el incentivo de que en esta zona al sur de Teruel, por suerte, el agua no es un producto que falte casi nunca al estar irrigada con varios cursos fluviales de  un casi constante  y abundante caudal. Y aquí no caben consideraciones demagógicamente “solidarias” con los de aguas abajo, a los que se trata de tener en cuenta diciendo que hay que reservarles más agua que la correspondiente al caudal ecológico, y por tanto, que se debe tener contención en el uso del agua que pasa por la puerta de casa. La famosa y demagógica frase de “agua para todos” debe incluir también a los que ven pasar el agua  y se les dice que no pueden tocarla para sus intereses de desarrollo como pueblo, ciudad o región, pues más abajo la “necesitan”.

           Respecto al cambio en el uso humano del suelo no resulta más ridículo, a la vez que muy esclarecedor del nivel de conocimientos ecológicos que tienen los que lo dicen, que escuchar decir que se va a destruir el llamado “ecosistema agrícola”. Quienes eso dicen no contemplan la esencia ecológica de unos huertos rurales, que suelen estar en las llanuras de inundación de los ríos. Llanuras que se usaron por el hombre para cultivar sus necesarios productos alimenticios y que, para ello, “destrozaron” el ecosistema que allí había en su correspondiente fase de sucesión ecológica. El huerto o plantación es un “impacto ecológico” de primer orden. Pero necesitamos vivir y cultivar nuestros alimentos. Si no se hace, como ocurre ahora, ese terreno puede ser utilizado para otro fin, incluso para un ecológico campo de golf, sin tener que sentirse culpables o destructores de la naturaleza por ello. Otra cosa es el instalar esos campos deportivos en preciosas zonas esteparias, como la mayoría de los murcianos, donde hay que llevar agua artificialmente para poder hacerlo, destrozando así ese ecosistema. El costo económico y ecológico es demasiado alto para que unos pocos esnobs indocumentados caigan en la trampa de otros desalmados e incontrolados desarrollistas constructores que no hacen más que ganar dinero a costa de destrozar naturaleza y hacer pensar a esas gentes que tienen así mayor calidad de vida.

Campo de Golf.
        Si el agua entonces no es allí el principal inconveniente ecológico, y el terreno está esperando una actuación de uso, ¿cuál es el problema? ¿la construcción de casas, hoteles y chalets en la zona? Respecto a esto podemos argumentar criterios sostenibles aplicables al desarrollo rural. Estos deben contemplar actuaciones encaminadas al equilibrio, en este caso urbanístico, y que tengan las menores repercusiones medioambientales. Dicho de otra forma: ¿se pueden hacer ampliaciones de calles, barrios, plazas, o polígonos en un pueblo sin estropear el entorno? Confío en que la respuesta a la anterior pregunta haya sido afirmativa, lo que nos lleva a considerar que aceptamos cuando queremos producir un impacto ecológico, grande o pequeño, usando criterios de interés personal o “general”, pero estaremos todos de acuerdo también que en la zona de esas obras de ampliación la naturaleza estaba allí presente antes que nuestros edificios o actuaciones urbanas. Pero para avanzar siempre hay que elegir.
       Muchos que ahora nos dan lecciones de sensibilidad ecológica y de conservación de la naturaleza de su pueblo, viven en una gran ciudad, pues tuvieron que emigrar buscando una “vida mejor” y llena de comodidades, se desplazan como visitantes de fin de semana en coches todoterreno, y no dudan en comportarse como el más rancio de los desarrollistas incontrolados. Por eso, comprensión, honestidad y sentido común deben ser los materiales que se debemos usar en la elaboración de cualquier obra humana que afecte a la naturaleza, en especial en las zonas rurales, lo que acercará posturas intransigentes y demagógicas de quienes no quieren ver que todo el mundo tiene derecho a aspirar a tener una mayor calidad de vida, pero basada en criterios ecológicamente sostenibles.



8 comentarios:

  1. Amigo Enrique un magnífico post que desde luego llama a la reflexión en todos los sentidos. Un abrazo

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  2. Está muy bien tu análisis, pero yo me haría la siguiente pregunta ¿por qué ha decidido ésta empresa construir este macroproyecto en Torrebaja?, en una zona con malas comunicaciones, con inviernos duros.
    Por otra parte,lo que tienen proyectado construir son como tres o cuatro Torrebajas.Quizás no seamos conscientes, pero lo que se va ha hacer, es vender nuestro pueblo a una gran compañía.
    Lógicamente hay que crear futuro en Torrebaja, pero un futuro que no anule al pueblo.

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  3. A "Anónimo":
    1.- Lo indicado sería preguntar a esa "gestora" el porqué se quiere construir en Torrebaja. Y no hace falta esperar a una reunión multitudinaria, sino por la calle, pues esa gente son del pueblo, aunque algunos no vivan allí.Es de suponer que lo sabrán, ¿no?
    2.-Las dimensiones del proyecto son grandes, desde luego,aunque la repercusión medioambiental hay que medirla teniendo en cuenta muchos factores. ¿El futuro del pueblo quedaría anulado con un polígono industrial como los de la ciudad, casi seguro que altamente contaminante? Seguro que entonces NADIE decía nada, pues el argumento sería el "crear puestos de trabajo", y para eso las industrias son lo apropiado.Estamos acostumbrados a ello. En ese caso se anula el terreno del pueblo y la calidad ambiental de la zona, sin que eso sea considerado por la mayoría como malo o cuestionable. Si la gestión municipal, que es desde donde creo que se deben llevar las riendas es correcta, no se consentirá que el pueblo quede limitado a un pequeño caserío anexo a un campo de golf. Espero que ahora, lejos de intereses particulares, se intenten hacer las cosas bien.

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  4. Esa es la clave, dejar de lado los intereses particulares y centrarse en el interés y beneficio del pueblo ,algo que no se ha hecho ( ni en este ni en la mayor parte de los pueblos de españa).
    A cualquier tipo de negocio que se instale, se le pueden señalar ventajas e inconvenientes.Lo importante es que el negocio que se monte, anule cualquier otro tipo de desarrollo de Torrebaja.
    Y como dices, acertadamente," ...con una gestión municipal correcta..." que seguro que realizará nuestro alcalde, estoy convencido que se buscará el beneficio del pueblo y sus habitantes ( tanto de los de aquí como de los que están fuera).

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  5. Perdón, quería decir " ...que el negocio que se monte NO anule cualquier otro tipo de desarrollo en Torrebaja..."

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  6. Eso esperamos todos. Muchas gracias por tus aportaciones.

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  7. Enrique, me ha parecido muy interesante tu reflexión sobre el proyecto "campo de golf" en Torrebaja; en general, comparto lo que dices y creo que ha faltado información y reflexión sobre un asunto tan trascendente. En tiempo y forma yo hice las alegaciones al Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de Torrebaja que requiere el citado proyecto, cuyas conclusiones pueden verse en una entrada de mi blog: http://alfredosanchezgarzon.blogspot.com/2011/10/acerca-del-proyecto-campo-de-golf-en.html

    En resumen, "hay que reconocer que el Ayuntamiento de Torrebaja se ha embarcado en un proyecto que podría tener graves consecuencias para el futuro del municipio. Justamente estimo que, dada la trascendencia del asunto, ha faltado información a los vecinos en general y a los propietarios de las fincas afectadas en particular, esto es, un debate con profundidad sobre el tema y las consecuencias sobre el municipio, pues los torrebajenses actuales no podemos ni debemos hipotecar el futuro de nuestro pueblo en aras de un proyecto de consecuencias imprevisibles, desprendiéndonos del control de gran parte del territorio municipal".
    Anónimo se pregunta: ¿por qué ha decidido ésta empresa construir este macroproyecto en Torrebaja?, en una zona con malas comunicaciones, con inviernos duros". También yo me hice esta misma pregunta y después de mucho pensar creo que hallé la respuesta: Por el agua, única y excluisvamente por el agua: porque un pequeño pueblo como el nuestro tiene dos ríos, el Turia y el Ebrón, circunstancia que se da un muy pocos municipios de España... Por otra parte, el clima no se puede "cambiar", pero sí las comunicaciones. Un cordial saludo y gracias por provocar estas reflexiones.

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  8. Casi una década después, ya se ha visto que ha ganado la batalla el medio ambiente en este caso

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