¡Dejadme vivir! Geología, Paleontología, Ecología, Educación.

Enrique Gil Bazán.
Doctor en Ciencias Geológicas (Paleontología).
Zaragoza, Aragón, España.

viernes, 21 de diciembre de 2012

Prevención de riesgos geológicos en El Campo (Teruel).

Farallón rocoso junto a la curva de El Campo, Teruel.

     La predicción, prevención y corrección de riesgos naturales son prácticas que desde que la sociedad se preocupa por el medio ambiente y la conservación del entorno natural, se vienen realizando con asiduidad. Son los riesgos relacionados con fenómenos geológicos en relación con la seguridad de las personas los que suelen ofrecer actuaciones técnicas de prevención muy conocidas. Es habitual poder ver grandes mallas metálicas cubrir superficies inclinadas de taludes junto a las carreteras con la finalidad de evitar derrumbes o desprendimientos de rocas, lo que produciría, sin duda, multitud de accidentes y víctimas.
     Sin embargo, y a pesar de que la instalación de pilotajes, mallas, cunetas de desagüe, u otros impedimentos técnicos de protección, no es fácil ver junto a nuestras carreteras instalaciones tan simples, y a la vez espectaculares, como las que se han instalado en la famosa “curva de El Campo”, de la carretera nacional N-330, a escasos 25 km  al sur de Teruel. Como puede verse en las fotografías, unas grandes mallas, a modo de contenedor, sirven de recipiente ante la caída libre de numerosos bloques pétreos que desde la cima de esta protuberancia o saliente rocoso, muy deformado tectónicamente, aflora en esta estribación sureña de la Sierra de Albarracín. Sin duda alguno de los muchos bloques que ahora aparecen sobre esa red metálica habrían ido a parar a la carretera o sus proximidades, siendo por tanto muy necesaria su instalación.
Mallas de contención junto a la curva de El Campo.

    Este hecho preventivo solo puede realizarse si se tiene previamente un estudio predictivo de la zona. En este caso consiste en un necesario estudio geológico previo, tanto de los materiales aflorantes  como de su grado de deformación, que sirve de referencia en la interpretación de los posibles riesgos geológicos que pudieran producirse, teniendo en cuenta además las condiciones climáticas del lugar, así como de la necesidad de utilización de la zona como lugar de acceso y vía de comunicación. Una vez más se pone de manifiesto la necesidad imperiosa de “conocer” y por tanto, de estudiar geología. Los planes de estudios, por mucho que se adapten técnicamente a los tiempos modernos, incluso políticamente,  no deben olvidar seguir teniendo en cuenta las disciplinas tradicionales como la geología, la física, la química, o las matemáticas, pues ellas permiten conocer con mayor perfección nuestro entorno natural. Solo así podremos conservarlo.

domingo, 16 de diciembre de 2012

Paleonturología 12: un premio de Dinópolis.





     Los días 11 y 12 de diciembre del presente año he tenido el honor y la suerte de formar parte del jurado seleccionado para fallar el premio Paleonturología, en su 12ª edición. Esta iniciativa, ya consolidada en Aragón y que  es de categoría internacional, está liderada por el Museo Aragonés de Paleontología, cuya sede radica en las instalaciones de la Fundación Dinópolis, en Teruel. Acompañado en el jurado por  la Dra.  Ana Márquez, presidenta de la Sociedad Española de Paleontología, y por el Dr. Heinrich Mallison, ganador de la 11ª edición del premio, y miembro del Insituto de investigación en Evolución y Biodiversidad de Berlín, compartí el arduo trabajo de “seleccionar” el trabajo más adecuado para ser elegido “ganador” del premio. Dirigió cuidadosamente los pasos burocráticos  el Dr. Luis Alcalá, Director Gerente de la Fundación Conjunto Paleontológico de Teruel-Dinópolis/Museo Aragonés de Paleontología.
Jurado y secretario del Premio Paleonturología 12. De izquierda a derecha: Enrique Gil, Heinrich Muller, Ana Márquez, y Luis Alcalá.
     Una de las características principales que los 19 participantes al premio deben tener es que el trabajo que se presente hubiera sido publicado ya en el año 2011, pero, además, y de ahí la importancia social del premio, en que, de ser ganador, el autor se compromete a preparar un trabajo divulgativo sobre el mismo tema, dirigido especialmente a la gente joven, en un tramo de edad comprendido entre los 14 y 20 años. Varios de los trabajos  premiados  en las 11 ediciones anteriores han tenido como tema principal diferentes grupos de vertebrados fósiles, desde reptiles hasta humanos, de distintas formaciones y edades, aunque se han premiado especialmente los referentes a los  dinosaurios. Esta vez la obra premiada versa, por decirlo llanamente,  sobre  el “estancamiento” evolutivo de un grupo de arácnidos de finales de la Era Primaria. El estudio realizado (Anatomically modern Carboniferous harvestmen demostrate early cladogenesis and stasis in Opiliones),  además de novedoso en paleontología por la escasez del registro paleontológico de este grupo de organismos,  introduce el uso de modernas tecnologías visuales, demostrando que la morfología de estos antiguos organismos no ha variado en los últimos 300 millones de años.
Arácnido como los estudiados en el trabajo seleccionado, visto en 3D.
     La posibilidad que este premio ofrece de realizar una versión divulgativa del trabajo científico permite desarrollar en la juventud y público en general un interés y admiración por este tipo de investigaciones, que lejos de seguir ofreciendo la imagen mediática de la paleontología,  a la que se suele estar acostumbrado, facilita una interpretación acertada y comprensión  mayor respecto a la labor real que los paleontólogos realizan actualmente.
Artículo en la prensa turolense del día 13 de diciembre sobre
 el Premio Paleonturología 12.



Acta oficial del Premio Paleonturología 12.
Rueda de prensa en Dinópolis durante el acto de comunicación a los medios del fallo del premio.

Reseña bibliográfica del trabajo premiado:



Garwood, R,J;  Dunlop, J,A; Giribet, G;  Sutton, M,D. (2011). Anatomically modern Carboniferous harvestmen demonstrate early cladogenesis and stasis in OpilionesNature comunications. 2:444. 1-7 págs.





miércoles, 28 de noviembre de 2012

Sin Geología y sin saber el porqué.


     Hace unos días, el 12 de noviembre, la Diputación General de Aragón ha enviado al ministerio su propuesta de alegaciones al proyecto de ley de reforma educativa (LOMCE). La Comisión Mixta Universidad-Enseñanzas Medias en defensa de la Geología, a la que pertenezco, había solicitado con antelación una entrevista con la consejera de educación aragonesa con el fin de exponer las razonas por las que la asignatura de Geología no debe ser eliminada de la parrilla de materias de los bachilleratos. No solo no hemos sido recibidos, sino que han presentado sus alegaciones sin contemplar la posibilidad de seguir impartiendo esta necesaria asignatura en nuestras aulas preuniversitarias. Eso se llama “tener en cuenta”  las opiniones de los distintos colectivos educativos.
     No entraré aquí a discutir sobre lo adecuado que resulta que en esa misma propuesta de Aragón se destaque un más que significativo refuerzo de la asignatura de Religión católica,  así como la reintroducción de las también eliminadas en el anteproyecto ministerial  Economía y Tecnología. Cualquier persona mínimamente culta sabe que hoy en día es necesario formar a los jóvenes en temas tan necesarios como los económicos o los tecnológicos. Lo de la Religión es otro tema, escandaloso a mi juicio, pero no lo trataré ahora. Pero en relación con la Geología, y  Ciencias de la Tierra y medioambientales (CTMA) que queda relegada a asignatura optativa en 1º de bachiller, y no de obligada oferta,  es de escándalo educativo. Bien sabe Dios, si es que existe, que me gustaría saber con exactitud los motivos por los que se hace esto. No han dicho nada de nada. Han callado una vez más. En ningún medio se ha explicado nada del porqué se desprecia así esta materia.  En tiempos socialistas, aquí en Aragón, ya se intentó también quitar de en medio esta asignatura, aunque sin éxito, pues en esa ocasión (en 2005), y en el último momento, aún pudimos conseguir que se siguiera impartiendo. Pero tampoco entonces, como ahora, se  dio una explicación, aunque no fuera  convincente, del porqué se  elimina la Geología de los planes educativos. Es incomprensible y cobarde.
 
    
     Desde luego no incidiré de nuevo en explicar o enumerar las muchísimas razones por las que debe seguir siendo impartida esta materia. Si alguien está interesado en el tema que se ponga en contacto conmigo y le enviaré documentación. Pero cuando se tienen intereses ocultos desde la administración (ocultos pues no se desvelan en absoluto) para que una materia de la importancia social de ésta se elimine de la educación, es que algo importante pasa, aunque lo desconozcamos. Y a esto hay que añadir la pasividad de muchos colectivos supuestamente interesados por la naturaleza y su conservación, que no son capaces de abrir la boca en defensa de algo tan importante y transcendental como la situación de aniquilamiento académico en ciencias naturales  que estamos viviendo. Claro, por otro lado no me sorprende nada, pues los grupos conservacionistas suelen brillar por su desconocimiento radical de temas geológicos, algo comprobable en sus múltiples manifestaciones populares,  por lo que realmente no creo que piensen que se está haciendo algo malo a la educación si se prescinde, así, de cuajo, de algo tan prosaico como la Geología. Supongo entonces, más bien,  que puede ser  una cuestión de ignorancia supina en cuestiones  geológicas, o tal vez porque tienen miedo a perder sus subvenciones estatales si protestan por algo que les importa tan poco. Luego querrán que la gente se eche a la calle cuando se solivianten por temas medioambientales que nadie entenderá (ni ellos) ni tendrá preparación para entenderlos; o que aplaudamos sus numeritos circenses  hasta con las orejas cuando los veamos colgados de las chimeneas de una central nuclear. Ellos sabrán lo que hacen, pero están perdiendo clientela a toda velocidad.
 

     En breve será la reunión de los consejeros autonómicos con el ministro. Como casi siempre estará ya casi todo decidido y poco se podrá hacer, aunque son imprevisibles. De momento, y en esto hay que dar gracias de tener tozudez aragonesa, la Comisión Mixta en defensa de la Geología  acaba de solicitar una nueva entrevista a la consejera de Aragón;  además se convoca para el día 13 de diciembre  una asamblea de profesores de Biología y Geología de Enseñanzas Medias, y  a alumnos y profesores de Geología de la Universidad,  a través de la coordinadora de CTMA del Departamento de Ciencias de la Tierra. En esa reunión se informará de cómo van los trámites ya realizados por la Comisión desde su constitución,  y se comunicará formalmente la convocatoria de una manifestación de estos colectivos para el día 19 de diciembre, miércoles, a las 7 de la tarde frente al Edificio Pignatelli (sede de la DGA en Zaragoza) con el fin de exponer a esta sociedad que seguimos en la lucha de defensa de lo que consideramos esencial para el bienestar de ella misma y para la formación de nuestros futuros adultos. No sé si conseguiremos algo, pero por lo menos lo intentaremos hasta el final.
     Los de mi generación, acostumbrados muchos de nosotros a manifestarnos en la época de la transición, sabemos cómo hacerlo. Y además, aquí en Aragón, nos respalda un hilo conductor común que nos sirve a todos de apoyo en los momentos difíciles o cuando queremos conseguir algún objetivo común, ya sea luchar contra el trasvase del Ebro o manifestar la oposición, como ahora,  a algo tan concreto como defender la Geología. Sin estridencias, sin violencia, pero con perseverancia. Aunque muchos no lo crean, sí, son nuestras “canciones de guerra”, esas que todo el mundo conoce y que compuso nuestro José Antonio Labordeta, las que nos hacen temibles e irreductibles (¡esto no es un farol!). “Somos…, como esos viejos árboles…”.
 

miércoles, 14 de noviembre de 2012

El Teneguía: los impactos ecológicos de un volcán.

Volcán Teneguía, La Palma, Islas Canarias.

     Seguro que la mayoría ha oído hablar de este volcán. El Teneguía, en la isla canaria de La Palma, es el último volcán emergido que ha estado en erupción en tierras españolas, pues de de la vecina isla del Hierro, activo en 2011, es submarino. El Teneguía se puso en erupción en noviembre de 1971, estando casi un mes en continua actividad.
     Como la mayor parte de los volcanes canarios,  el Teneguía expulsó, en una erupción “efusiva”, gran cantidad de lava, además de una  reducida cantidad de lapilli y bombas volcánicas, pero apenas supuso un riesgo importante para la  escasa población. Sus manifestaciones geológicas  suelen confundirse con las del precioso y próximo volcán san Antonio y sus fisuras laterales al sur del mismo, estas últimas  causantes de que en el siglo XVII (1677) se remodelaran los límites  de la isla. El san Antonio consiguió que se “agrandara” considerablemente la isla hacia el suroeste, con más de 1,6 millones de m2, dando una superficie de plataforma  casi horizontal, junto al mar, que hoy en día está aprovechada agrícolamente por los isleños con abundantes  plantaciones de plataneras, de las que nos abastecemos en Europa. No obstante, como el proceso de formación de un suelo en rocas volcánicas no es un proceso rápido, sino bastante lento, se han llevado allí millones de toneladas de suelo y tierras “fértiles” para colocarlas encimas de esas plataformas, y así conseguir el productivo huerto.
Volcán Teneguía.
Mapa geológico del sur de La Palma, indicando la extensión de las
coladas de lava del volcán san Antonio y del Teneguía.
    
     La isla de La Palma es de las más jóvenes y activas del archipiélago canario, registrando efusiones volcánicas importantes en los últimos 500 años, siendo la última la del Teneguía. Desde el punto de vista de la predicción y prevención del riesgo volcánico,  es necesario decir que en Canarias no se pueden predecir las erupciones, aunque sí pueden detectarse con cierta antelación. En las islas volcánicas el control de la actividad sísmica precedente a la erupción es la técnica más utilizada para predecir, incluso con años de adelanto. La frecuencia de los terremotos próximos a la erupción y el ascenso progresivo del foco sísmico es un buen indicio  del inicio de una erupción.
Bombas volcánicas en las faldas del volcán Teneguía.
Bomba volcánica.
 
     Pero desde un punto de vista medioambiental cabe reseñar dos cuestiones importantes en relación con la zona de la isla donde se ubica el volcán Teneguía. Por un lado, la imposibilidad de actuación humana ante un fenómeno de esta envergadura geológica: la erupción de un volcán. Esta ha sido capaz de cambiar drásticamente el relieve y aspecto del sur de la isla, cubriendo con sus coladas de lava gran parte de la antigua franja costera, con el correspondiente destrozo  o impacto ecológico natural, tanto en áreas emergidas como bajo las aguas. Y por otro, la utilización humana de esos depósitos geológicos, o mejor dicho, la modificación de los mismos para sus intereses, creando una zona óptima para el uso agrícola importando las tierras adecuadas para que le den fertilidad a esas plataformas de roca volcánica.  Pues bien, ninguno de los dos fuertes impactos ecológicos es tenido en cuenta en la actualidad, a nivel mediático, por colectivos conservacionistas, cuando se trata de defender la pureza de un paisaje, un entorno, o ir en contra de un mal uso humano de la naturaleza.
Laderas volcánicas del san Antonio. Obsérvese el "peldaño" entre las primeras casas y las de abajo,
 lo que supone la extensión de la plataforma costera.
Extensión de plataneras en la plataforma costera. ¿Impacto visual?
     Los ecosistemas cambian, ya sea de forma natural y drásticamente por la erupción de un volcán, o generando impactos visuales importantes como los generados por las plantaciones de plataneras.  Estos fenómenos han ocurrido, y el devenir del tiempo ha hecho que nuestras retinas estén ya acostumbradas a esos cambios en los ecosistemas. Tanto el nuevo relieve de la isla, producido naturalmente, como las grandes extensiones  agrícolas, forman parte del bello paisaje del sur de La Palma.

Líquenes sobre lavas en Teneguía. El proceso de colonización como inicio de formación
 y desarrollo de un ecosostema es muy lento sobre materiales volcánicos.
 
Cráter del volcán san Antonio.
 
 Fotografías: E. Gil.
 
  Bibliografía:
    Carracedo, J. C.; Pestana, G. (ed. 2012). Los volcanes de Fuencaliente. La Palma, Islas Canarias.  Centro de visitantes de los volcanes de Fuencaliente. Ed. Ayuntamiento de Fuencaliente de La Palma. Canarias. 8 pp.
 
 

martes, 13 de noviembre de 2012

Becas Erasmus y formación.


     Me escribe hace unos días Alfonso, un antiguo alumno mío, que está disfrutando de una beca Erasmus en el Reino Unido. Desde el día que se entusiasmó con irse fuera de casa durante un curso entero, al extranjero, y que además le servía como un curso realizado en España, no faltaron sus comentarios y preguntas en relación a la eficacia, necesidad, y bondad de la decisión. Por otros muchos casos que yo conocía de primera mano le aconsejé que se informara bien de cómo era la facultad de geología donde le recomendaban ir; que indagara sobre el nivel que allí se obtiene, y si realmente le merecía la pena.
     Por todos los comentarios que hicimos antes de irse, la verdad es que se enfrentó a su aventura con decisión, aunque un tanto precavido ante lo que allí se podía encontrar. Le cabían todas las dudas posibles, y no solo respecto a la necesaria adaptación al idioma, costumbres locales y horarios, sino  respecto a la calidad educativa que iba a recibir; si estaría  bien preparado con lo que aquí le habían formado como para afrontar unas clases en una nueva universidad; y si de verdad podría estar a la altura de las circunstancias y conocimientos  allí exigidos teóricamente. Todas esas dudas se le vienen a uno a la cabeza cuando tienes la necesidad de dar la talla intelectual en un lugar extraño, lejos de tu casa, y con la sola arma conceptual que tu bagaje cultural patrio, tan vapuleado y despreciado en los últimos tiempos.
 
 
     Esa colección de recelos con los que mi amigo exalumno se fue estaba alimentada, sin duda, por el gran recelo educativo que aquí se tiene. No hay día en el que no se exponga mediáticamente que nuestra educación es de las peores de Europa. Que debemos hacer un gran esfuerzo educativo en este país para poder enfrentarnos a los numerosos retos con los que la vida actual nos sorprende a diario. Miramos a los “lumbreras” de los finlandeses (nunca habíamos oído hablar de ellos) como algo inalcanzable.  Se nos hace tener una autoestima educativa nefasta. Creemos, o mucha gente cree,  que salimos de los centros de secundaria y bachillerato tan mal preparados que no seremos capaces de afrontar y superar nada que nos venga de fuera. Parece que estamos acabados académicamente: somos lo peor de lo peor. Sin remedio.
     Pues bien, ante esta situación penosa que aquí se nos hace creer, cual patito feo transformado en cisne, este joven aragonés educado en colegio e instituto público durante toda su etapa preuniversitaria, y ahora estudiante de geológicas en la pública también Universidad de Zaragoza, ha visto cómo sus conocimientos geológicos y medioambientales aquí recibidos, no solo le han servido para poder seguir con normalidad las clases y seminarios que recibe ahora, sino que están muy por encima del supuesto maravilloso nivel que en esa universidad se imparte. Según comenta, los temarios, puestas en común, conferencias recibidas, y relaciones académicas que allí establece, son tan inferiores a las que porta desde aquí que casi no se atreve a comentar en alto muchas apreciaciones académicas ante la posibilidad de evidenciar a alguien, corriendo el riesgo de quedar por  listillo, o el típico empollón.
     Su carta, además de alegrarme enormemente por saber de él, me hace sentir muy orgulloso de lo que aquí hacemos, sabemos, y enseñamos. Era algo que muchos sabemos de sobras. Se conoce a la perfección esta situación desde hace bastantes años, pero parece que es más noticiable ponernos verdes a nosotros mismos, sin la mínima piedad. Puede que haya que reformar muchas cosas en educación, soy el primero en reconocerlo, incluso luchando con fuerza para que no se elimine la Geología y otras materias  en el nuevo bachillerato que se ha inventado esta gente, pero mucho de lo que hacemos lo hacemos bien, sin complejos. Digámoslo bien alto. El tan manido término “fracaso escolar” habrá que enmarcarlo dentro de los porcentajes estadísticamente normales referentes a un sistema educativo universal, donde todos tienen cabida, quieran o no desarrollar su intelecto. Pero eso es una cortina de humo. Aunque parezca mentira, desde hace años que recibimos alumnos europeos del norte en nuestros institutos para hacer aquí el bachillerato. Y es fácil comprobar sus precarios y escasísimos conocimientos en las asignaturas de ciencias, por ejemplo. ¿Pero no recibían en sus países una formación académica mucho mejor que la de aquí? ¿El fracaso escolar allí de verdad es menor  viendo a alumnos que salen fuera de su país a estudiar tan mal preparados? ¿Por qué los informes PISA  dicen todo lo contrario a lo que vemos en las aulas? Algo pasa. La información que recibimos no debe ser todo lo exacta que debería. Alguien está empeñado en amargarnos la vida. Y hay que averiguar para qué.
 

jueves, 1 de noviembre de 2012

Razones para enseñar Geología.



     Seguro que resulta extraño leer un título así hoy en día. Responde al estado de alarma que entre los geólogos, especialmente los docentes, se ha producido ante el nuevo proyecto de ley de educación (LOMCE) que el gobierno de la nación ha mandado a las Cortes para su tramitación. En ese proyecto desaparece la asignatura Geología del conjunto de materias a impartir en el nuevo bachillerato que se propone. Y no es la primera vez que ocurre. La anterior reforma educativa también eliminaba esta materia, aunque algunas comunidades autónomas la mantuvieran como optativa en 2º de bachiller.
     Puede que mucha gente crea que no es tan grave. Que las protestas y reivindicaciones que se están iniciando a nivel estatal, en todos los lugares de nuestra geografía, son oportunistas y de tipo político. O que piensen que  la Geología no es necesaria en la formación preuniversitaria para nada. Incluso he conocido gente que comenta que los geólogos estamos “acabados”, sin futuro, y sin posibilidades de competir con otras materias que tienen una gran proyección social, como es la Geografía. Supongo que se dice por pura ignorancia. Como botón de muestra de esta ignorancia, y esto es comprobable, hace unos días he visto publicado en un periódico aragonés (Heraldo de Aragón)  un artículo sobre la enseñanza de la Geología, refiriéndose a Geografía. ¡Se confunde el término desde ámbitos periodísticos, que ya es caer bajo!
 
     En Aragón,  hace 40 años que se imparte con mucho éxito y aceptación en la Universidad de Zaragoza la licenciatura (ahora Grado) de Geológicas. Ese sería un buen motivo para mantener la opción de estudiar en el bachillerato la asignatura de Geología, pero desde luego no es, a mi juicio, ni debe ser, la principal razón por la que mantener esos estudios vigentes. Existen verdaderos argumentos sociales por los que defender su existencia en los planes de estudio. El principal debe enfocarse no solo desde el puro y académico conocimiento de la Tierra  y sus recursos minerales, sino desde la perspectiva más egoísta del ser humano, que es su defensa y autoprotección ante la multitud de riesgos derivados de los fenómenos geológicos que todos conocemos. De ellos, los volcanes y terremotos son los más vistosos y conocidos mediáticamente, pero no hay que olvidar otros que en nuestras latitudes nos afectan  y hacen sufrir sobre manera: inundaciones, hundimientos,  avalanchas y desprendimientos. Todos ellos estudiados, detectables y evaluables desde la Geología, y por geólogos.
     Muchos piensan, por supuesto incluyo aquí a los políticos, que los servicios estatales de Protección Civil están para evitar los daños producidos por los fenómenos antes citados, sin pararse a pensar en la necesaria formación geológica que esos efectivos deberían tener para poder enfrentarse a ellos. En referencia a este asunto, me consta que muchos efectivos integrantes de las abundantes y  populares “brigadas medioambientales” (conozco a bastantes),  que muy dignamente ayudan en la extinción de incendios y realizan trabajos en el monte,  desconocen por completo  el más simple concepto o técnica cartográfica o de reconocimiento geológico de un lugar. Otros creen que los estudios de ordenación del territorio hechos desde organismos estatales, autonómicos o municipales, por personas relacionadas, técnicos dicen ellos, con el urbanismo, mediambientalismo y paisajismo, son un aval para pensar que donde ellos decidan hacer cualquier infraestructura pública o privada es un lugar adecuado para ello. Por supuesto, en muchas de las evaluaciones de impactos ambientales (EVA) preceptivas para realizar esas obras y obtener permisos, y en esto se ha avanzado mucho en los últimos tiempos, brillan por su ausencia cualquier tipo de informe geológico del lugar elegido, aunque el documento lleve todas las firmas pertinentes del  político de turno, “técnico medioambiental”, o consejero de guardia. Y por ese motivo se ven y sufren desastres como el producido en 1996 en el camping de Biescas (Huesca), construido en el cono de deyección de un torrente;  las múltiples  inundaciones  de lugares habitados a lo largo de nuestra geografía, por permitir construir, eso sí con todos los permisos legales, en zonas de llanura de inundación fluviales;  o agrietamientos y derrumbes de edificios por levantarlos en  áreas de deslizamientos de rocas, fallas,  o de producción de dolinas.
     Por mucho que se esfuercen los geógrafos, dicho esto con todo mi respeto hacia los mismos, en ocupar puestos de responsabilidad social en diferentes organismos,  los informes pertinentes para decidir lo adecuado o no de un  lugar para una actuación urbanística o de ejecución de grandes infraestructuras, deben ser realizados por geólogos. Y solo por ellos. Y para que esto sea así, deben formarse geólogos en nuestras universidades. Y para que los alumnos tengan la iniciativa de enfrascarse en la realización de una carrera universitaria como esa, deben ser iniciados en esos conocimientos geológicos en sus estudios preuniversitarios. Y para ello debe conservarse, aunque sea como asignatura optativa, la Geología en los niveles de bachillerato.  Por todo ello esta sociedad debe seguir formando geólogos, pues los necesitamos. ¡Son imprescindibles!
 
     Por eso no entendemos que la administración central pretenda eliminar de su proyecto de ley educativa una materia tan necesaria como esa.  Sin embargo no se olvida de incluir otras, algunas de ellas incluso en el bachillerato científico,  que son interesantísimas y muy necesarias en una adecuada formación académica, pero que seguro que pueden salvar menos vidas que la Geología, como  Griego, Literatura universal, o Historia de de Filosofía, entre otras. Por poner, finalmente, un ejemplo, cuando enfermamos y  vamos al médico y nos tiene que hacer un análisis de sangre, queremos que los resultados estén  cuanto antes y con el mínimo margen de error, los cuales serán  emitidos con la alta precisión que nos  da una máquina diseñada para ese fin. Pues bien, seguro que comprendemos que ese aparato  no lo ha diseñado alguien experto en Literatura universal ni en Griego.  Pues igualmente, cuando queremos que se nos prediga cuándo se va a producir un terremoto, o qué terreno es inundable, o se analice la estabilidad de una ladera, tampoco recurriremos  al especialista en Lengua o Historia de la Filosofía, sino al geólogo.  No queremos competir con nadie. Solo deseamos que esta sociedad se dé cuenta  del gran daño que puede hacerse a sí misma si decide eliminar las enseñanzas de Geología de la programación de bachillerato. Hay que seguir enseñando Geología, nuestro futuro y calidad de vida está en juego.
 

jueves, 25 de octubre de 2012

Ecoparques rurales.




     No se trata de un parque diseñado con criterios ecológicos. Es el nombre que reciben los denominados “puntos limpios” en las ciudades. Acostumbrados a usar vertederos al aire libre donde echar o abandonar a la intemperie objetos de toda clase, resulta toda una novedad y avance social ecológico el ver cómo se instalan en nuestras zonas rurales lugares adecuadamente acondicionados  para poder alojar allí todos los desperdicios no orgánicos, como pilas, plásticos, vidrios y cartones, además de electrodomésticos estropeados  por  usados o inservibles.
 
 
   
  Se muestran aquí fotos del recientemente inaugurado  ecoparque de la comarca valenciana del Rincón de Ademuz, al sur de Aragón. Construido en un pequeño solar del nuevo polígono industrial de esa localidad, ha permitido centralizar  en un solo punto todos los lugares de acumulación de desechos no orgánicos de la zona, lo que permite, a la vez que se elimina la dispersión de zonas de residuos, el controlar y seleccionar los diferentes materiales para su posterior tratamiento de reciclado, o eliminación.
 
 
    
     En los momentos actuales de crisis económica y social, donde los grupos ecologistas tradicionales parecen haber desaparecido como por arte de magia de la escena mediática, no se sabe si por decisión propia o imposición; por convencimiento  o desesperación profunda de sus miembros  al comprobar que la ciudadanía no está ahora para subvencionar su existencia,  hay que valorar muy intensamente, en este caso,  la iniciativa de la administración en la realización de estas necesarias infraestructuras ecológicas. No solo se ejerce una acción recicladora y ordenada con su uso, sino que, y sobre todo, se establece y promueve al ciudadano a una práctica ecológica  a partir de la divulgación didáctica que lleva implícita esta acción. Se hace normal y habitual una práctica ecológica. Ese es el camino.
 
Ademuz, desde el ecoparque comarcal.
 

domingo, 21 de octubre de 2012

Inundaciones y geología.

Río desbordado en Sádaba (Zaragoza)

     Se están pasando muy malos y problemáticos días en el este español, y en especial al norte de Aragón. Es debido a las inundaciones que  han arrasado literalmente muchas zonas y localidades próximas a varios cauces fluviales. No solo no ponemos en cuestión los gastos derivados de la necesaria intervención reparadora, sino que deseamos que todas las instituciones se vuelquen con las ayudas a todos los afectados por tan desagradable circunstancia. Una catástrofe de esa envergadura resulta difícil de solucionar técnicamente, además de dar respuesta  a toda la población afectada. Vaya aquí toda nuestra solidaridad.
     Pero si analizamos las imágenes que se han mostrado en prensa y las que muchos profesionales y  aficionados han sacado de esta penosa situación, no nos queda más remedio que decir que,  lejos de poder evitar que las inundaciones fluviales se  produzcan, sí que se podrían haber minimizado los daños humanos y materiales si se hubieran tenido en cuenta una serie de cuestiones relacionadas con las ciencias ambientales y la geología. Y este comentario entronca directamente con mi anterior entrada del blog relacionada con la eliminación de la asignatura de Geología en todos los centros educativos preuniversitarios, prevista en el anteproyecto de ley educativa enviada a las Cortes españolas.
Desbordamiento fluvial en Castiello de Jaca (Pirineo aragonés). Ver chalet adosado arrasado por estar en la llanura de inundación.
Inundaciones y arrasamiento de viviendas por su inadecuado lugar de costrucción.
     Si se observan esas fotos  se puede comprobar que la mayor parte de las zonas urbanas afectadas corresponden con áreas de nueva edificación. Construcciones casi nuevas que han servido de desahogo urbanístico a muchas poblaciones, sobre todo pirenaicas, que en aras de un desarrollo del pueblo que permita asentar allí población, o colaborar en el  auge turístico de su zona, ha permitido que se construyan numerosas urbanizaciones y casas particulares en áreas que técnicamente no pueden NUNCA albergar,  como dirían algunos políticos,  “soluciones habitacionales”. Si recorren mentalmente los cascos viejos de numerosos pueblos que ustedes conozcan, comprobarán que  en escasísimas ocasiones son objeto de atención mediática por el hecho de haberse inundado. No hay pueblos antiguos que hayan sufrido las inundaciones de ningún río en momentos puntuales. Esto es debido a que los caseríos de las poblaciones tradicionales en España están edificados en zonas seguras. Me explico. Se construyeron, en la mayoría de los casos,  en laderas de montañas, habitualmente orientados al sur, y bien alejados de los cursos fluviales que, lejos de desestimarlos, se consideraban como un recurso o riqueza necesaria, pero, a la vez, muy temible y peligroso. Los ríos y cauces fluviales estacionales sufren esporádicamente los efectos de las fuertes lluvias, puntuales pero fuertes, que son capaces de arrasar con todo lo que  encuentran a su paso. Y esto, los antiguos habitantes de esos pueblos lo sabían. Ahora no. Ahora resulta habitual ver, como en las fotos que acompañan este escrito, urbanizaciones levantadas en las últimas cuatro décadas, no junto a, sino en la llanura de inundación de un río. ¿Cómo no se van a ver afectadas en épocas de crecida fluvial? La tragedia está servida.
     Por eso, lo que no es de recibo es que, en la misma época en la que se construyen maravillas arquitectónicas en todos los lugares de la península y del mundo entero, tengamos que ver imágenes atroces de pequeños pueblos donde nadie medianamente formado haya asesorado debidamente respecto a dónde construir o no. Parece que todo vale. Saber cuáles son las zonas inundables de un área cercana a un río es el deber de cualquier técnico municipal que ostente un cargo  relacionado con el urbanismo o el medio ambiente, además del de los políticos, que  sé que es mucho pedir. Y eso se consigue si la gente tiene la oportunidad de formarse adecuadamente en cuestiones relacionadas con la geología y las ciencias de la tierra y medioambientales. Y no me estoy refiriendo a la consabida cantinela y presión mediática de los, en muchas ocasiones, recalcitrantes grupos conservacionistas, que suelen confundir lo anecdótico con lo necesario. Hay que saber geología y ecología de verdad, de la seria.  Por cierto, ¿dónde están ahora esos grupos  aconsejando sosteniblemente respecto a  la pertinencia de las actuaciones institucionales en caso de emergencia?
     Si dejamos que la nueva ley educativa consiga el desmantelamiento de los pocos estudios que se realizan hoy en día en cuestiones relacionadas con el medioambientalismo y sus principios geológicos, estaremos abocados a un incremento de la inoperancia e inutilidad de actuaciones en casos dramáticos, como los que estamos sufriendo en los últimos días en nuestros pueblos. Hace falta saber geología, y mucha,  para actuar adecuadamente en casos de dificultad ambiental. No hay otra manera. Solo hace falta que nuestros políticos y autoridades educativas se empiecen a dar cuenta. Ya sé que es difícil conseguirlo, pero es necesario y urgente.
Por favor, quien lea esto, y esté de acuerdo, que recomiende este enlace a sus conocidos. Cuantos más estemos en el asunto, mejor. Corre prisa, por el bien de todos.

jueves, 18 de octubre de 2012

Otra vez se olvidan de la Geología.




     Este escrito, que ahora muestro en el blog, ha servido como base a la carta enviada a los medios de comunicación aragoneses desde la comisión mixta universidad-enseñanzas medias, recientemente formada. Su fin es defender la presencia de la asignatura "Geología" en las enseñanzas preuniversitarias, que la LOMCE, en su fase de proyecto de ley educativa, elimina  por completo del panorama docente.


     No es nuevo. Que las autoridades educativas, estatales o autonómicas, propongan reformas y nuevos modelos legales en educación es casi ya sinónimo de exclusión de la asignatura “Geología”. El anteproyecto de ley de educación (LOMCE) que el gobierno actual ha enviado a las Cortes para su tramitación vuelve a tropezar en la misma piedra: desaparecen  las enseñanzas de Geología  en 2º de bachillerato. Así mismo se relega la asignatura “Ciencias de la Tierra y medioambientales” (CTMA) a ser  optativa en 1º de bachillerato, cuando hasta la fecha es materia de modalidad en 2º de bachillerato de Ciencias para la Salud, y examinable en las pruebas de acceso a la Universidad.  Ante la alarma que esto ha suscitado entre el colectivo de profesores  de Ciencias Naturales de enseñanzas medias y del Departamento de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Zaragoza, se ha constituido recientemente una comisión mixta para tratar de analizar esta problemática,  proponiendo lo antes posible, y en paralelo a las actuaciones a nivel nacional, soluciones a la Consejería aragonesa de Educación  que permitan evitar este desajuste académico de graves consecuencias en nuestra comunidad.
     Pero, ¿a  qué obedece esta repetida “ofensiva” en contra de la Geología? Es difícil de entender desde una óptica profesional que esas autoridades académicas desprecien y releguen al olvido enseñanzas de la importancia e imperiosa necesidad  actual como las que se incluyen en esta materia, y que desde hace tantos años se imparte en la Educación Secundaria. No hay que apartarse mucho en el tiempo para demostrar con ejemplos lo necesario que es su aprendizaje. Este mismo verano el levante español ha sufrido  los avatares propios de un feroz fenómeno natural denominado “gota fría”. Lejos de poder evitarse, sí se hubieran podido minimizar sus efectos devastadores si los responsables políticos y técnicos en urbanismo de esa zona costera hubieran demostrado poseer conocimientos suficientes como para alegar con contundencia en contra de la construcción masiva de urbanizaciones de viviendas en zonas de   alto riesgo, tal y como se ha hecho en las últimas décadas. O se hubieran evitado muchas muertes de inocentes en el  caso del desastre, en 1996, del camping pirenaico de Biescas,  al no haber permitido su instalación en, nada menos, que el cono de deyección de un torrente, por peligroso e inapropiado del terreno para ese fin. Estos ejemplos, conocidos por todos, entre otros muchos que podemos poner, son un simple botón de muestra entre el sinfín de casos en los que, teniendo conocimientos medioambientales y geológicos, muchos de los desastres que hoy en día se producen, podrían ser evitados o minimizados. Y eso solo se consigue con un aprendizaje concreto y certero, en la educación secundaria obligatoria, bachillerato y universidad, de temas relacionados con las ciencias de la tierra, ya sean de cariz medioambiental, o estrictamente geológicos.
     Por ello resulta sorprendente, e incluso indignante que,  de un plumazo, se quiera prescindir de impartir esos necesarios conocimientos en nuestros centros de secundaria, ya sean públicos o privados, lo que inevitablemente llevará al ocaso del recién iniciado grado en Ciencias Ambientales, o  del departamento universitario de geología de nuestra universidad, que después de casi  40 años en funcionamiento eficaz en cuanto a docencia e investigación, se puede ver sometido a un proceso de desaparición. Si no se dan soluciones efectivas a esta agresión académica, la situación que se genere al hacer desaparecer las enseñanzas ambientales y geológicas, conducirá al  total deterioro  de uno de los pilares fundamentales del desarrollo social moderno, ya que se carecerán de los mínimos conocimientos requeridos para iniciar cualquier tipo de actuación urbanística seria, en la realización de grandes infraestructuras u  obras de equipamientos sociales, tan necesarios en la actualidad. Además, ese conocimiento, en relación directa con una mayor y mejor comprensión de nuestro entorno natural,  es el único que permite que la calidad de vida de la que disfrutamos actualmente sea posible dentro del marco de un verdadero  desarrollo sostenible. Por ello es necesario el apoyo y la comprensión de todos en defensa del mantenimiento de la Geología dentro de los planes de estudio preuniversitarios, objetivo que esta comisión mixta pretende conseguir. El futuro de nuestra sociedad está en juego.
 
Texto definitivo (mutilado por el periódico) publicado en Heraldo de Aragón el 30-X-12.
 
 

sábado, 6 de octubre de 2012

Prebendas educativas.


     No seré yo en estos momentos quien vaya, como muchos indocumentados,  en contra del colectivo docente, al que pertenezco, pues bastante tiene con aguantar la situación desastrosa que está sufriendo a partir de este curso. Por todos es de sobra conocida la reducción de puestos de trabajo a los interinos en enseñanzas medias, así como la eliminación de puestos de trabajo ya existentes, algunos tan importantes  como los dedicados a la enseñanza compensatoria de alumnos especiales o la eliminación de personal de bibliotecas.
     Pero me mueve a escribir esta entrada alguna que otra intervención o manifestación que en las últimas semanas he estado viendo en mi más próximo entorno zaragozano educativo. Resulta que muchos integrantes de las manifestaciones vestidos con la popular camiseta verde en protesta por los recortes educativos, vergonzosos ellos y no aceptados en absoluto por mi parte, que quede claro, son, y han sido, miembros de los equipos directivos de numerosos centros, de educación primaria y secundaria, que han salido a manifestarse cuando han considerado oportuno, para expresar su repulsa por la situación de ajuste actual. Incluso se inclinaron mediáticamente con la amenaza de dimitir de sus cargos si la cosa continuaba y se empezaba el presente curso con las nuevas condiciones de recortes. Pero una vez más, a  muchos de estos, en mi opinión, falsos progresistas, se les ha ido la fuerza por la boca. No solo no ha dimitido nadie, que yo sepa, sino que además, están todos esos equipos directivos disfrutando de la disminución de horas lectivas que la nueva normativa les aplica. Así como el resto del profesorado ha tenido que ver aumentado su jornada lectiva de 18 a 20 horas semanales, los miembros de los equipos docentes, que tenían hasta ahora, en los centros de tamaño medio, una carga lectiva que oscilaba entre 9 y 12 horas, se han visto “gratificados” por la administración del PP con una sencilla y llevadera jornada lectiva semanal de 4 horas. Y eso los muy cumplidores, pues los dirigentes de algunos centros, como, por poner un ejemplo, el señor director del instituto donde yo ejerzo mi docencia, que imparte 2 horas semanales de clase directa con alumnos y tengo entendido, pues no figuran en el estadillo hecho público por él mismo, que  se ha “autoadjudicado” otras 3 horas lectivas dentro de un programa de salud en centros, al que le corresponden esas 3 horas citadas, y en las que rozarse con un alumno es pura  casualidad. Eso sí, el mismo que manifiesta siempre que puede el malestar que siente al haber tenido que cerrar la biblioteca del instituto como consecuencia de los recortes de personal, ha ido vestido con camiseta verde casi todo el final de curso pasado, e incluso en la recepción de padres del presente. Creo que sobran los comentarios respecto a este tipo de luchadores sociales.
     Mención aparte, eso sí,  merecen los grandes líderes democráticos representados por los antiguos directores de centros, casi todos ellos muy indignados con los recortes actuales (no es para menos), pero que no son capaces de renunciar a cobrar mensualmente el complemento de dirección que cobraban cuando estaban en activo en ese cargo y que, “democráticamente”  consolidan en su nómina por estar  4 años seguidos en el mismo cargo , hasta el final de su vida laboral. Les debe parecer un gasto necesario. Es algo parecido a lo de las pagas de pensión máxima de los diputados del Congreso con 7 años de servicio cuando salen de su chollo, que tanta tinta ha hecho correr,  pero aquí calladamente, y bajo la bandera progresista de lo “fetén” que representa ser autoridad educativa  afín al PSOE (lo introdujo este partido) y, por tanto, poseedores de ejercer  y aplicar (dicen) normas justas y “sociales”.
     En fin, podría seguir comentando incoherencias educativas, sociales y de comportamiento en nuestro entorno educativo, pero creo que por ahora es suficiente. Desde luego, no podemos llevarnos las manos a la cabeza cuando, conociendo estas cosas, la gente se escandaliza del colectivo educador. No son todos los que estamos, pero los que están haciendo eso hacen un mal impresionante al resto de los que nos tomamos nuestra profesión como algo transcendente y profundamente importante para la sociedad, con o sin aumento de carga lectiva. Por favor, no nos confundáis a muchos docentes, la mayoría, con esta gente que tanto se aprovecha de los demás, sin dar nada a cambio. Hay de todo en todos los gremios, pero está claro que algo tenemos que hacer. Este puede ser el momento.
 

lunes, 24 de septiembre de 2012

Los arrecifes jurásicos de Jabaloyas (Teruel).

Iglesia de Jabaloyas (Teruel).


     La población turolense de Jabaloyas se sitúa al sur de Aragón sobre niveles casi horizontales calcáreos de finales del Jurásico, en concreto de período Kimmeridgiense, en torno a los 150 millones de años de antigüedad. Allí se han registrado fosilizados uno de los conjuntos paleontológicos mejor conservados del Jurásico, con gran reconocimiento nacional e internacional: los arrecifes de Jabaloyas.
     Estos arrecifes fueron formados en un fondo marino no muy profundo por diferentes grupos de organismos, como corales, algas y esponjas, aunque también intervinieron otros seres hoy en día extinguidos, como los estromatopóridos y los chaetétidos. Un buen afloramiento de este fabuloso yacimiento está en el conocido barranco de la Canaleja, en Jabaloyas,  donde pueden observarse varios pináculos arrecifales de hasta 10 m de altura, con sus correspondientes espacios interarrecifales, en perfecto estado de conservación. De su estudio se deducen hipótesis sobre la formación de los arrecifes actuales, así como su estudio comparativo con las estructuras de hoy en día facilitan su interpretación: qué tipos de sedimentos se acumulaban; cómo se relacionaban entre sí las diferentes especies de organismos que los formaban; su elevación sobre el fondo marino; o las repercusiones que los cambios climáticos del pasado tuvieron en el desarrollo de los arrecifes.
     La geografía global del Jurásico era muy diferente de la actual. Lo que hoy se conoce como Europa occidental estaba formada por un gran archipiélago, una de cuyas islas era parte de la Península Ibérica de hoy. Esta estaba rodeada de un mar de aguas cálidas y de escasa profundidad (no más de 100 m), ambiente propicio para la formación de arrecifes. Junto a Jabaloyas se registra y aflora  la formación arrecifal más profusa de  una banda de varias decenas de kilómetros, de dirección Norte-Sur, que se extendió al oeste de la actual fosa  “Calatayud-Teruel”. Al final del Jurásico, una regresión marina permitió la emersión de los fondos  de la plataforma marina, por lo que los depósitos turolenses del Jurásico superior y Cretácico inferior son de naturaleza continental, cubriendo los antiguos depósitos marinos como los arrecifales de Jabaloyas. Más tarde, los efectos de la Orogenia Alpina deformarían la mayor parte de los materiales mesozoicos de la Cordillera Ibérica, dando la estructura principal del relieve actual de la misma.
Vista parcial del Barranco de la Canaleja (Jabaloyas). Pináculos arrecifales y facies interarrecifales.
Pináculos arrecifales. Jabaloyas (Teruel).
     Los arrecifes de Jabaloyas son comparables a los existentes actualmente en la plataforma continental de Belize, en el Caribe, en los que las construcciones arrecifales se basan en pináculos  de planta subcircular. El arrecife de Teruel presenta muestras de haber estado edificado por bioconstructores jurásicos  que realizan formas cuyos principales artífices han sido los corales, presentando un cemento  o costra microbiana externa, originada por microbios y algas cianofíceas,  y un relleno de cavidades y huecos con cemento carbonatado de color anaranjado. En las facies interarrecifales, entre los pináculos, el material rocoso está formado por partículas carbonatadas tamaño arena, unidos entre sí por una pasta cristalina de carbonato cálcico, y con fósiles abundantes de espículas de erizos, abundando las calizas micríticas y las margas hacia arriba de la facies.
Pináculos de arrecife.
     En todo caso, y teniendo en cuenta que la reconstrucción del medio ambiente del pasado lo hacemos observando los medios actuales, es necesario constatar y poner en valor  la gran cantidad de CO2  que fue necesaria para la construcción de estas estructuras carbonatadas de vida, lo que permite deducir fácilmente la necesidad ecológica de conservación de los grandes arrecifes actuales como instrumento eficaz de regulación del clima, con el fin de intentar reducir o retrasar los efectos negativos derivados del conocido cambio climático que estamos empezando a padecer .
Arrecife actual  en Belize.