¡Dejadme vivir! Geología, Paleontología, Ecología, Educación.

Enrique Gil Bazán.
Doctor en Ciencias Geológicas (Paleontología).
Zaragoza, Aragón, España.

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Sin Geología y sin saber el porqué.


     Hace unos días, el 12 de noviembre, la Diputación General de Aragón ha enviado al ministerio su propuesta de alegaciones al proyecto de ley de reforma educativa (LOMCE). La Comisión Mixta Universidad-Enseñanzas Medias en defensa de la Geología, a la que pertenezco, había solicitado con antelación una entrevista con la consejera de educación aragonesa con el fin de exponer las razonas por las que la asignatura de Geología no debe ser eliminada de la parrilla de materias de los bachilleratos. No solo no hemos sido recibidos, sino que han presentado sus alegaciones sin contemplar la posibilidad de seguir impartiendo esta necesaria asignatura en nuestras aulas preuniversitarias. Eso se llama “tener en cuenta”  las opiniones de los distintos colectivos educativos.
     No entraré aquí a discutir sobre lo adecuado que resulta que en esa misma propuesta de Aragón se destaque un más que significativo refuerzo de la asignatura de Religión católica,  así como la reintroducción de las también eliminadas en el anteproyecto ministerial  Economía y Tecnología. Cualquier persona mínimamente culta sabe que hoy en día es necesario formar a los jóvenes en temas tan necesarios como los económicos o los tecnológicos. Lo de la Religión es otro tema, escandaloso a mi juicio, pero no lo trataré ahora. Pero en relación con la Geología, y  Ciencias de la Tierra y medioambientales (CTMA) que queda relegada a asignatura optativa en 1º de bachiller, y no de obligada oferta,  es de escándalo educativo. Bien sabe Dios, si es que existe, que me gustaría saber con exactitud los motivos por los que se hace esto. No han dicho nada de nada. Han callado una vez más. En ningún medio se ha explicado nada del porqué se desprecia así esta materia.  En tiempos socialistas, aquí en Aragón, ya se intentó también quitar de en medio esta asignatura, aunque sin éxito, pues en esa ocasión (en 2005), y en el último momento, aún pudimos conseguir que se siguiera impartiendo. Pero tampoco entonces, como ahora, se  dio una explicación, aunque no fuera  convincente, del porqué se  elimina la Geología de los planes educativos. Es incomprensible y cobarde.
 
    
     Desde luego no incidiré de nuevo en explicar o enumerar las muchísimas razones por las que debe seguir siendo impartida esta materia. Si alguien está interesado en el tema que se ponga en contacto conmigo y le enviaré documentación. Pero cuando se tienen intereses ocultos desde la administración (ocultos pues no se desvelan en absoluto) para que una materia de la importancia social de ésta se elimine de la educación, es que algo importante pasa, aunque lo desconozcamos. Y a esto hay que añadir la pasividad de muchos colectivos supuestamente interesados por la naturaleza y su conservación, que no son capaces de abrir la boca en defensa de algo tan importante y transcendental como la situación de aniquilamiento académico en ciencias naturales  que estamos viviendo. Claro, por otro lado no me sorprende nada, pues los grupos conservacionistas suelen brillar por su desconocimiento radical de temas geológicos, algo comprobable en sus múltiples manifestaciones populares,  por lo que realmente no creo que piensen que se está haciendo algo malo a la educación si se prescinde, así, de cuajo, de algo tan prosaico como la Geología. Supongo entonces, más bien,  que puede ser  una cuestión de ignorancia supina en cuestiones  geológicas, o tal vez porque tienen miedo a perder sus subvenciones estatales si protestan por algo que les importa tan poco. Luego querrán que la gente se eche a la calle cuando se solivianten por temas medioambientales que nadie entenderá (ni ellos) ni tendrá preparación para entenderlos; o que aplaudamos sus numeritos circenses  hasta con las orejas cuando los veamos colgados de las chimeneas de una central nuclear. Ellos sabrán lo que hacen, pero están perdiendo clientela a toda velocidad.
 

     En breve será la reunión de los consejeros autonómicos con el ministro. Como casi siempre estará ya casi todo decidido y poco se podrá hacer, aunque son imprevisibles. De momento, y en esto hay que dar gracias de tener tozudez aragonesa, la Comisión Mixta en defensa de la Geología  acaba de solicitar una nueva entrevista a la consejera de Aragón;  además se convoca para el día 13 de diciembre  una asamblea de profesores de Biología y Geología de Enseñanzas Medias, y  a alumnos y profesores de Geología de la Universidad,  a través de la coordinadora de CTMA del Departamento de Ciencias de la Tierra. En esa reunión se informará de cómo van los trámites ya realizados por la Comisión desde su constitución,  y se comunicará formalmente la convocatoria de una manifestación de estos colectivos para el día 19 de diciembre, miércoles, a las 7 de la tarde frente al Edificio Pignatelli (sede de la DGA en Zaragoza) con el fin de exponer a esta sociedad que seguimos en la lucha de defensa de lo que consideramos esencial para el bienestar de ella misma y para la formación de nuestros futuros adultos. No sé si conseguiremos algo, pero por lo menos lo intentaremos hasta el final.
     Los de mi generación, acostumbrados muchos de nosotros a manifestarnos en la época de la transición, sabemos cómo hacerlo. Y además, aquí en Aragón, nos respalda un hilo conductor común que nos sirve a todos de apoyo en los momentos difíciles o cuando queremos conseguir algún objetivo común, ya sea luchar contra el trasvase del Ebro o manifestar la oposición, como ahora,  a algo tan concreto como defender la Geología. Sin estridencias, sin violencia, pero con perseverancia. Aunque muchos no lo crean, sí, son nuestras “canciones de guerra”, esas que todo el mundo conoce y que compuso nuestro José Antonio Labordeta, las que nos hacen temibles e irreductibles (¡esto no es un farol!). “Somos…, como esos viejos árboles…”.
 

miércoles, 14 de noviembre de 2012

El Teneguía: los impactos ecológicos de un volcán.

Volcán Teneguía, La Palma, Islas Canarias.

     Seguro que la mayoría ha oído hablar de este volcán. El Teneguía, en la isla canaria de La Palma, es el último volcán emergido que ha estado en erupción en tierras españolas, pues de de la vecina isla del Hierro, activo en 2011, es submarino. El Teneguía se puso en erupción en noviembre de 1971, estando casi un mes en continua actividad.
     Como la mayor parte de los volcanes canarios,  el Teneguía expulsó, en una erupción “efusiva”, gran cantidad de lava, además de una  reducida cantidad de lapilli y bombas volcánicas, pero apenas supuso un riesgo importante para la  escasa población. Sus manifestaciones geológicas  suelen confundirse con las del precioso y próximo volcán san Antonio y sus fisuras laterales al sur del mismo, estas últimas  causantes de que en el siglo XVII (1677) se remodelaran los límites  de la isla. El san Antonio consiguió que se “agrandara” considerablemente la isla hacia el suroeste, con más de 1,6 millones de m2, dando una superficie de plataforma  casi horizontal, junto al mar, que hoy en día está aprovechada agrícolamente por los isleños con abundantes  plantaciones de plataneras, de las que nos abastecemos en Europa. No obstante, como el proceso de formación de un suelo en rocas volcánicas no es un proceso rápido, sino bastante lento, se han llevado allí millones de toneladas de suelo y tierras “fértiles” para colocarlas encimas de esas plataformas, y así conseguir el productivo huerto.
Volcán Teneguía.
Mapa geológico del sur de La Palma, indicando la extensión de las
coladas de lava del volcán san Antonio y del Teneguía.
    
     La isla de La Palma es de las más jóvenes y activas del archipiélago canario, registrando efusiones volcánicas importantes en los últimos 500 años, siendo la última la del Teneguía. Desde el punto de vista de la predicción y prevención del riesgo volcánico,  es necesario decir que en Canarias no se pueden predecir las erupciones, aunque sí pueden detectarse con cierta antelación. En las islas volcánicas el control de la actividad sísmica precedente a la erupción es la técnica más utilizada para predecir, incluso con años de adelanto. La frecuencia de los terremotos próximos a la erupción y el ascenso progresivo del foco sísmico es un buen indicio  del inicio de una erupción.
Bombas volcánicas en las faldas del volcán Teneguía.
Bomba volcánica.
 
     Pero desde un punto de vista medioambiental cabe reseñar dos cuestiones importantes en relación con la zona de la isla donde se ubica el volcán Teneguía. Por un lado, la imposibilidad de actuación humana ante un fenómeno de esta envergadura geológica: la erupción de un volcán. Esta ha sido capaz de cambiar drásticamente el relieve y aspecto del sur de la isla, cubriendo con sus coladas de lava gran parte de la antigua franja costera, con el correspondiente destrozo  o impacto ecológico natural, tanto en áreas emergidas como bajo las aguas. Y por otro, la utilización humana de esos depósitos geológicos, o mejor dicho, la modificación de los mismos para sus intereses, creando una zona óptima para el uso agrícola importando las tierras adecuadas para que le den fertilidad a esas plataformas de roca volcánica.  Pues bien, ninguno de los dos fuertes impactos ecológicos es tenido en cuenta en la actualidad, a nivel mediático, por colectivos conservacionistas, cuando se trata de defender la pureza de un paisaje, un entorno, o ir en contra de un mal uso humano de la naturaleza.
Laderas volcánicas del san Antonio. Obsérvese el "peldaño" entre las primeras casas y las de abajo,
 lo que supone la extensión de la plataforma costera.
Extensión de plataneras en la plataforma costera. ¿Impacto visual?
     Los ecosistemas cambian, ya sea de forma natural y drásticamente por la erupción de un volcán, o generando impactos visuales importantes como los generados por las plantaciones de plataneras.  Estos fenómenos han ocurrido, y el devenir del tiempo ha hecho que nuestras retinas estén ya acostumbradas a esos cambios en los ecosistemas. Tanto el nuevo relieve de la isla, producido naturalmente, como las grandes extensiones  agrícolas, forman parte del bello paisaje del sur de La Palma.

Líquenes sobre lavas en Teneguía. El proceso de colonización como inicio de formación
 y desarrollo de un ecosostema es muy lento sobre materiales volcánicos.
 
Cráter del volcán san Antonio.
 
 Fotografías: E. Gil.
 
  Bibliografía:
    Carracedo, J. C.; Pestana, G. (ed. 2012). Los volcanes de Fuencaliente. La Palma, Islas Canarias.  Centro de visitantes de los volcanes de Fuencaliente. Ed. Ayuntamiento de Fuencaliente de La Palma. Canarias. 8 pp.
 
 

martes, 13 de noviembre de 2012

Becas Erasmus y formación.


     Me escribe hace unos días Alfonso, un antiguo alumno mío, que está disfrutando de una beca Erasmus en el Reino Unido. Desde el día que se entusiasmó con irse fuera de casa durante un curso entero, al extranjero, y que además le servía como un curso realizado en España, no faltaron sus comentarios y preguntas en relación a la eficacia, necesidad, y bondad de la decisión. Por otros muchos casos que yo conocía de primera mano le aconsejé que se informara bien de cómo era la facultad de geología donde le recomendaban ir; que indagara sobre el nivel que allí se obtiene, y si realmente le merecía la pena.
     Por todos los comentarios que hicimos antes de irse, la verdad es que se enfrentó a su aventura con decisión, aunque un tanto precavido ante lo que allí se podía encontrar. Le cabían todas las dudas posibles, y no solo respecto a la necesaria adaptación al idioma, costumbres locales y horarios, sino  respecto a la calidad educativa que iba a recibir; si estaría  bien preparado con lo que aquí le habían formado como para afrontar unas clases en una nueva universidad; y si de verdad podría estar a la altura de las circunstancias y conocimientos  allí exigidos teóricamente. Todas esas dudas se le vienen a uno a la cabeza cuando tienes la necesidad de dar la talla intelectual en un lugar extraño, lejos de tu casa, y con la sola arma conceptual que tu bagaje cultural patrio, tan vapuleado y despreciado en los últimos tiempos.
 
 
     Esa colección de recelos con los que mi amigo exalumno se fue estaba alimentada, sin duda, por el gran recelo educativo que aquí se tiene. No hay día en el que no se exponga mediáticamente que nuestra educación es de las peores de Europa. Que debemos hacer un gran esfuerzo educativo en este país para poder enfrentarnos a los numerosos retos con los que la vida actual nos sorprende a diario. Miramos a los “lumbreras” de los finlandeses (nunca habíamos oído hablar de ellos) como algo inalcanzable.  Se nos hace tener una autoestima educativa nefasta. Creemos, o mucha gente cree,  que salimos de los centros de secundaria y bachillerato tan mal preparados que no seremos capaces de afrontar y superar nada que nos venga de fuera. Parece que estamos acabados académicamente: somos lo peor de lo peor. Sin remedio.
     Pues bien, ante esta situación penosa que aquí se nos hace creer, cual patito feo transformado en cisne, este joven aragonés educado en colegio e instituto público durante toda su etapa preuniversitaria, y ahora estudiante de geológicas en la pública también Universidad de Zaragoza, ha visto cómo sus conocimientos geológicos y medioambientales aquí recibidos, no solo le han servido para poder seguir con normalidad las clases y seminarios que recibe ahora, sino que están muy por encima del supuesto maravilloso nivel que en esa universidad se imparte. Según comenta, los temarios, puestas en común, conferencias recibidas, y relaciones académicas que allí establece, son tan inferiores a las que porta desde aquí que casi no se atreve a comentar en alto muchas apreciaciones académicas ante la posibilidad de evidenciar a alguien, corriendo el riesgo de quedar por  listillo, o el típico empollón.
     Su carta, además de alegrarme enormemente por saber de él, me hace sentir muy orgulloso de lo que aquí hacemos, sabemos, y enseñamos. Era algo que muchos sabemos de sobras. Se conoce a la perfección esta situación desde hace bastantes años, pero parece que es más noticiable ponernos verdes a nosotros mismos, sin la mínima piedad. Puede que haya que reformar muchas cosas en educación, soy el primero en reconocerlo, incluso luchando con fuerza para que no se elimine la Geología y otras materias  en el nuevo bachillerato que se ha inventado esta gente, pero mucho de lo que hacemos lo hacemos bien, sin complejos. Digámoslo bien alto. El tan manido término “fracaso escolar” habrá que enmarcarlo dentro de los porcentajes estadísticamente normales referentes a un sistema educativo universal, donde todos tienen cabida, quieran o no desarrollar su intelecto. Pero eso es una cortina de humo. Aunque parezca mentira, desde hace años que recibimos alumnos europeos del norte en nuestros institutos para hacer aquí el bachillerato. Y es fácil comprobar sus precarios y escasísimos conocimientos en las asignaturas de ciencias, por ejemplo. ¿Pero no recibían en sus países una formación académica mucho mejor que la de aquí? ¿El fracaso escolar allí de verdad es menor  viendo a alumnos que salen fuera de su país a estudiar tan mal preparados? ¿Por qué los informes PISA  dicen todo lo contrario a lo que vemos en las aulas? Algo pasa. La información que recibimos no debe ser todo lo exacta que debería. Alguien está empeñado en amargarnos la vida. Y hay que averiguar para qué.
 

jueves, 1 de noviembre de 2012

Razones para enseñar Geología.



     Seguro que resulta extraño leer un título así hoy en día. Responde al estado de alarma que entre los geólogos, especialmente los docentes, se ha producido ante el nuevo proyecto de ley de educación (LOMCE) que el gobierno de la nación ha mandado a las Cortes para su tramitación. En ese proyecto desaparece la asignatura Geología del conjunto de materias a impartir en el nuevo bachillerato que se propone. Y no es la primera vez que ocurre. La anterior reforma educativa también eliminaba esta materia, aunque algunas comunidades autónomas la mantuvieran como optativa en 2º de bachiller.
     Puede que mucha gente crea que no es tan grave. Que las protestas y reivindicaciones que se están iniciando a nivel estatal, en todos los lugares de nuestra geografía, son oportunistas y de tipo político. O que piensen que  la Geología no es necesaria en la formación preuniversitaria para nada. Incluso he conocido gente que comenta que los geólogos estamos “acabados”, sin futuro, y sin posibilidades de competir con otras materias que tienen una gran proyección social, como es la Geografía. Supongo que se dice por pura ignorancia. Como botón de muestra de esta ignorancia, y esto es comprobable, hace unos días he visto publicado en un periódico aragonés (Heraldo de Aragón)  un artículo sobre la enseñanza de la Geología, refiriéndose a Geografía. ¡Se confunde el término desde ámbitos periodísticos, que ya es caer bajo!
 
     En Aragón,  hace 40 años que se imparte con mucho éxito y aceptación en la Universidad de Zaragoza la licenciatura (ahora Grado) de Geológicas. Ese sería un buen motivo para mantener la opción de estudiar en el bachillerato la asignatura de Geología, pero desde luego no es, a mi juicio, ni debe ser, la principal razón por la que mantener esos estudios vigentes. Existen verdaderos argumentos sociales por los que defender su existencia en los planes de estudio. El principal debe enfocarse no solo desde el puro y académico conocimiento de la Tierra  y sus recursos minerales, sino desde la perspectiva más egoísta del ser humano, que es su defensa y autoprotección ante la multitud de riesgos derivados de los fenómenos geológicos que todos conocemos. De ellos, los volcanes y terremotos son los más vistosos y conocidos mediáticamente, pero no hay que olvidar otros que en nuestras latitudes nos afectan  y hacen sufrir sobre manera: inundaciones, hundimientos,  avalanchas y desprendimientos. Todos ellos estudiados, detectables y evaluables desde la Geología, y por geólogos.
     Muchos piensan, por supuesto incluyo aquí a los políticos, que los servicios estatales de Protección Civil están para evitar los daños producidos por los fenómenos antes citados, sin pararse a pensar en la necesaria formación geológica que esos efectivos deberían tener para poder enfrentarse a ellos. En referencia a este asunto, me consta que muchos efectivos integrantes de las abundantes y  populares “brigadas medioambientales” (conozco a bastantes),  que muy dignamente ayudan en la extinción de incendios y realizan trabajos en el monte,  desconocen por completo  el más simple concepto o técnica cartográfica o de reconocimiento geológico de un lugar. Otros creen que los estudios de ordenación del territorio hechos desde organismos estatales, autonómicos o municipales, por personas relacionadas, técnicos dicen ellos, con el urbanismo, mediambientalismo y paisajismo, son un aval para pensar que donde ellos decidan hacer cualquier infraestructura pública o privada es un lugar adecuado para ello. Por supuesto, en muchas de las evaluaciones de impactos ambientales (EVA) preceptivas para realizar esas obras y obtener permisos, y en esto se ha avanzado mucho en los últimos tiempos, brillan por su ausencia cualquier tipo de informe geológico del lugar elegido, aunque el documento lleve todas las firmas pertinentes del  político de turno, “técnico medioambiental”, o consejero de guardia. Y por ese motivo se ven y sufren desastres como el producido en 1996 en el camping de Biescas (Huesca), construido en el cono de deyección de un torrente;  las múltiples  inundaciones  de lugares habitados a lo largo de nuestra geografía, por permitir construir, eso sí con todos los permisos legales, en zonas de llanura de inundación fluviales;  o agrietamientos y derrumbes de edificios por levantarlos en  áreas de deslizamientos de rocas, fallas,  o de producción de dolinas.
     Por mucho que se esfuercen los geógrafos, dicho esto con todo mi respeto hacia los mismos, en ocupar puestos de responsabilidad social en diferentes organismos,  los informes pertinentes para decidir lo adecuado o no de un  lugar para una actuación urbanística o de ejecución de grandes infraestructuras, deben ser realizados por geólogos. Y solo por ellos. Y para que esto sea así, deben formarse geólogos en nuestras universidades. Y para que los alumnos tengan la iniciativa de enfrascarse en la realización de una carrera universitaria como esa, deben ser iniciados en esos conocimientos geológicos en sus estudios preuniversitarios. Y para ello debe conservarse, aunque sea como asignatura optativa, la Geología en los niveles de bachillerato.  Por todo ello esta sociedad debe seguir formando geólogos, pues los necesitamos. ¡Son imprescindibles!
 
     Por eso no entendemos que la administración central pretenda eliminar de su proyecto de ley educativa una materia tan necesaria como esa.  Sin embargo no se olvida de incluir otras, algunas de ellas incluso en el bachillerato científico,  que son interesantísimas y muy necesarias en una adecuada formación académica, pero que seguro que pueden salvar menos vidas que la Geología, como  Griego, Literatura universal, o Historia de de Filosofía, entre otras. Por poner, finalmente, un ejemplo, cuando enfermamos y  vamos al médico y nos tiene que hacer un análisis de sangre, queremos que los resultados estén  cuanto antes y con el mínimo margen de error, los cuales serán  emitidos con la alta precisión que nos  da una máquina diseñada para ese fin. Pues bien, seguro que comprendemos que ese aparato  no lo ha diseñado alguien experto en Literatura universal ni en Griego.  Pues igualmente, cuando queremos que se nos prediga cuándo se va a producir un terremoto, o qué terreno es inundable, o se analice la estabilidad de una ladera, tampoco recurriremos  al especialista en Lengua o Historia de la Filosofía, sino al geólogo.  No queremos competir con nadie. Solo deseamos que esta sociedad se dé cuenta  del gran daño que puede hacerse a sí misma si decide eliminar las enseñanzas de Geología de la programación de bachillerato. Hay que seguir enseñando Geología, nuestro futuro y calidad de vida está en juego.