¡Dejadme vivir! Geología, Paleontología, Ecología, Educación.

Enrique Gil Bazán.
Doctor en Ciencias Geológicas (Paleontología).
Zaragoza, Aragón, España.

miércoles, 18 de diciembre de 2013

Edades de la Sima de los Huesos de Atapuerca.


Cráneo de Homo heidelbergensis (Miguelón) de
 la Sima de los Huesos, Atapuerca.


     Vuelve a estar en los medios la Sima de los Huesos de Atapuerca. Quienes siguen el tema, por profesión o por interés cultural, saben que se denomina así al yacimiento kárstico con abundantes restos fósiles de Homo heidelbergensis, unos supuestos antecesores de los famosos neandertales. Al fondo de unas galerías y  conductos de muy difícil acceso por las entrañas kársticas del complejo  Cueva Mayor, en la Sierra de Atapuerca  de Burgos, se llega a una pequeña sima de no más de 20 metros de profundidad en la que se encuentra el mayor “santuario” de fósiles humanos del mundo. Doy fe de ello, pues mientras pertenecí al equipo de Atapuerca, desde sus comienzos en el año 1978 hasta 1990, pude bajar tres veces inolvidables, tanto por la emoción juvenil de la aventura como por su  deslumbrante contenido científico.
Miguelón...

 

     Aunque las cosas han cambiado mucho desde que leí mi tesis doctoral sobre la bioestratigrafía de micromamíferos (roedores) de  Atapuerca en 1987 hay cosas que,  por lo que sé, no han cambiado. Entonces, cuando yo estaba,  se hicieron las primeras dataciones de los rellenos sedimentarios de la Trinchera del Ferrocarril de la sierra: Gran Dolina, Cueva de los Zarpazos/Galería, y Boca Norte, así como de las costras estalagmíticas de la Sima de los Huesos. En este último yacimiento se dató una costra que cubría parte de los sedimentos en casi 325.000 años (con intervalo de +/- 25.000) de antigüedad. Ahora los datos obtenidos con otros métodos sobre la edad de ese “mismo yacimiento” casi se duplican, dicen que hasta casi 600.000 años, para una costra descubierta más “abajo” de buena parte de los registros de arcillas con fósiles ya excavados. La confusión, pues, parece estar servida.
 




     Hay investigadores británicos (http://www.theguardian.com/science/2012/jun/10/fossil-dating-row-sima-huesos-spain) que ponen en duda la veracidad de la denominación de los fósiles de la sima como Homo heidelbergensis, debido a  la edad que ahora se da. Y otros que no son británicos ven en el nuevo avance científico-mediático (las relaciones de parentesco evolutivo de Homo heidelbergensis con una variedad de neandertales, los “denisovanos” siberianos, en base al  estudio genético del  ADN de un fémur humano de la sima “datado” en casi 400.000 años), algo con poca  claridad, confuso, y sin confianza en noticias e intervenciones televisivas de marcado corte sensacionalista. Pero, ¿por qué hay esta desconfianza y se duda a nivel científico, y en la calle cada vez más, de la verosimilitud de los datos ofrecidos? Respecto a esta pregunta creo que puedo aportar un dato poco conocido.
Posibilidades de relación entre Homo heidelbergensis y los neandertales.
 

 
     De lo que nadie habla, ni ha hablado hasta ahora, es el porqué en todos los yacimientos que se estudian en Atapuerca, los antes citados, todos  los fósiles se refieren a los niveles estratigráficos establecidos en sus perfiles  y que, con ligeras modificaciones hechas en el transcurso de las excavaciones y los años, son los que pude identificar en las columnas estratigráficas levantadas por mí en esos rellenos kársticos al realizar mi tesis doctoral. El famoso nivel TD6 de Gran Dolina, como los demás, se estudiaron y publicaron por primera vez en 1987 en un monográfico preliminar sobre Atapuerca, siendo desde entonces los mismos niveles de referencia del proyecto. Resulta curioso, por decir algo, que de la Sima de los Huesos no se nombre nunca ningún nivel estratigráfico.  Eso es debido, sencillamente,  a que no hay una estratigrafía hecha de ese yacimiento. Y recuerdo bien  la insistencia de Emiliano Aguirre y mía para hacerla al certificar en nuestras visitas a la sima la existencia de más de un  nivel en un perfil lateral del sedimento, excluyendo un poco potente  nivel "estéril y revuelto" de la superficie.  Insistencia que  obtuvo siempre la  más  contundente negativa por parte  de los paleoantropólogos del equipo para levantar allí  una columna estratigráfica donde identificar y delimitar los niveles de sedimentos acumulados en el fondo de la sima. Ello habría  permitido asignar nivel y lugar a los fósiles extraídos de la misma con un necesario e imprescindible criterio científico. No se quiso hacer, sin más. ¿Razones? Oficialmente se desconocen, pero el control  de las intervenciones y objetivos a conseguir de la excavación  en la Sima de los Huesos en tiempos de la dirección del proyecto de mi querido Emiliano Aguirre, fueron diferentes a los aplicados al resto de los yacimientos.
 
Fémur del que se ha estudiado su ADN.
 
     Por eso, a mi juicio, las dataciones por distintos métodos (radioactivos, resonancias,…) que se han obtenido en los últimos años para las costras estalagmíticas (carbonatadas) de la Sima de los Huesos, tan dispares e incoherentes entre sí, pueden reflejar, lejos de una duda respecto a la valía y precisión técnica de las mismas, un aparente muestreo lítico datable y  del registro paleontológico, poco preciso y/o confuso. Esto se refiere a que, muy probablemente, a nivel de suposición, se han podido datar hasta ahora  niveles de costras diferentes, de edades y posiciones variadas, y con posible, por habitual en medios kársticos, intercalación de depósitos o lechadas de sedimentos que pueden representar distintos episodios temporales de llegada, por relleno del fondo, de sedimentos con contenido óseo, humano y no humano. Los  hallazgos paleontológicos de la Sima de los Huesos podrían  pertenecer a  registros sedimentarios no masivos,  más complejos y seriados,  pudiendo estar diversificados espacial y temporalmente  más que lo que se está interpretando en la actualidad. En definitiva, otros resultados diferentes. No sé si estaré en lo cierto, pero me temo que ya no lo sabremos jamás.
Entrada a Cueva Mayor, en Atapuerca.
 

martes, 10 de diciembre de 2013

Geoparques españoles.

      Un Geoparque es un territorio que se caracteriza por  presentar un patrimonio geológico peculiar,  y donde se  lleva a cabo un proyecto de desarrollo basado en su promoción turística, y teniendo unos objetivos de desarrollo económico claros. La declaración de un Geoparque se basa en tres principios fundamentales:
 
1)  La existencia de un patrimonio geológico excepcional.
2) La puesta en marcha de iniciativas de geoconservación y divulgación. 
3) Favorecer el desarrollo socioeconómico y cultural de la zona.
 
 
     Estos tres pilares que sustentan la creación y funcionamiento de un geoparque: patrimonio geológico, geoconservación y desarrollo local van acompañados de criterios relacionados con sus límites geográficos, claramente definidos, y una extensión   proporcionada, para asegurar el desarrollo socioeconómico de la zona.

 
  
     Los Geoparques surgieron a principios de la década de los 90 en Europa, siendo Francia, Alemania, Grecia y España los socios pioneros y fundadores de este proyecto geoturístico. Desde entonces, su número ha ido en aumento, con un total mundial de 81 Geoparques (49 de ellos en Europa),  repartidos en 18 países. En la actualidad hay en España siete Geoparques:
 1.- Geoparque del Maestrazgo (Teruel).
 2.- Parque Natural de las Sierras Subbéticas  (Córdoba).
 3.- Parque Natural del Cabo de Gata (Almería).
       (enlace al vídeo sobre este geoparque andaluz: http://youtu.be/mTnhUWkntxM )
 4.- Sobrarbe (Huesca).
 5.- Costa Vasca (Guipúzcoa).
 6.- Sierra Norte de Sevilla.
  7.- Villuercas-Ibores-Jara (Cáceres). 
     Por otro lado, también existen los denominados Parques Geológicos. Sus objetivos son iguales a los de los Geoparques, pero la diferencia es que los Parques Geológicos no pertenecen a la Red de Geoparques y, por tanto, su funcionamiento no esta regulado por la UNESCO. En España existen dos: el de Chera (Valencia) y el de Aliaga (Teruel), aunque este último está integrado en el Geoparque de Maestrazgo.
 

sábado, 30 de noviembre de 2013

Defender lo aragonés, cuestión de educación.

Chiste de El Roto, publicado en El País, en noviembre de 2013.
No lleva el personaje una barretina, un sombrero cordobés, una boina vasca o atuendo de Lagartera.
 Es un baturro aragonés en toda regla.Sin palabras...


      Me cuesta mucho escribir esto, pero lo considero necesario. Desde hace más o menos un mes estoy viendo que los medios de comunicación cada vez tiene menos inconvenientes y reparos en meterse directamente, de lleno, con Aragón y lo “aragonés”. Y no puedo más, la verdad. Aunque esto no es nuevo. Desde que tengo uso de razón (creo que lo tengo…) no he hecho otra cosa que oír, y en la mayoría de las ocasiones sin venir a cuento, una serie de acometidas o improperios en contra de Aragón y lo aragonés que no me parecen de recibo. Muchas veces de desconocidos,  pero otras incluso de emigrantes habitantes de otras tierras españolas, lo que resulta mucho más significativo y triste.
      El último comentario que he escuchado fue en la tertulia de la noche de TVE. Allí se comparaban las televisiones autonómicas a raíz del cierre de Canal 9 de Valencia, tema que ha suscitado este post. Se argumentaba que por ejemplo, en Aragón, se mantenía muy  bien la cadena aragonesa con un 17% de audiencia y querida por los representantes de todos los partidos ya que, “además de informar sobre cuestiones de Ruanda y Burundi, se ofrecía a la gente jotas e información del precio de la alfalfa” con el consiguiente cachondeo de los contertulios. ¡Y no pasa nada, oigan!  Sin reparo ni miramiento alguno por si algún aragonés sensible (que los hay, se lo aseguro) pudiera ver y oír el comentario. Sin pudor ni consideración respecto a lo posiblemente ofensivo de las risas acompañantes. Se nos trata de paletos, tontos, cazurros e indocumentados por toda la cara, sin consideraciones. A los aragoneses se nos puede tratar así, que lo aguantan todo, deben pensar, los muy graciosos… Y lo malo de todo esto es que estamos acostumbrados hace mucho tiempo.
      Sin embargo, y aunque los periodistas, esos que hablan y dicen o parecen saber de todo, desde aquí también se tiene alguna idea y opinión respecto a cómo son o se les ve a los del resto de las comunidades, aunque no lo digamos en los medios, aunque nos lo callemos casi siempre, aunque seamos muy prudentes y, por no faltar a las personas, no lo digamos. Pero sabemos cómo son los demás. No somos tontos. Sabemos y tenemos una opinión de “los otros”. Así que, sin ánimo de ofender, insisto, y sin referirme ni mucho menos  a la mayoría (sé que son una minoría)  de las poblaciones de esas comunidades, me voy a permitir emitir unas opiniones que sé son compartidas por muchísimos aragoneses más.
     Por ejemplo, no solemos decir en los medios, aunque muchos por aquí lo piensan aun sabiendo que es una minoría, que en Andalucía la gente tiene fama de vaga y juerguista, y que por los últimos datos televisivos,  se parecen a una colección de ladronzuelos, que por una mariscada “matan”, o por unas peonadas se venden a quien sea, y todo ello en nombre de la justicia social. Eso  sí, su porte y apariencia externa, aunque pasen hambre, es propia de los señoritos andaluces a los que ellos dicen detestar, propia de “Los santos inocentes” de Delibes, aunque les imiten después hasta en el último detalle.  Que los castellanos (los de Castilla-León, los otros casi ni existen) viven instalados en decorados medievales por los que parece no ha pasado la edad contemporánea ni ninguna idea modernizadora ni progresista de este mundo. Podrían haber filmado, casi,  la serie “Isabel” por las calles actuales. Y el problema es que no sólo aparentan estar así de medievales ellos en el plano físico, sino en el psíquico también, por la monotonía de color político que eligen desde hace lustros. ¿Existe esta gente? ¿Se habrán enterado ya que vivimos en una, dicen, democracia?
     Qué no decir de los valencianos que no se haya dicho ya, sobre todo en los últimos meses.  Antes de la gran “transformación” en los años 90 de la ciudad de Valencia, era posible ver en la playa de la Malvarrosa  cómo flotaban las sandías y melones por la orilla del mar, alternando con cerdos putrefactos que los lugareños dejaban allí por incomibles. Era “normal” allí, según nos comentaban algunos.  Un aspecto parecido de pastosidad y dejación  (lo describiré con más detalle en otra ocasión) era habitual el verlo por muchas las calles de esa capital. Y no por ello los visitantes pensaban que "lo valenciano" era así de cutre, ni podemos generalizar ahora pensando eso. Con  el posterior periodo de recreo y gasto  desmedido en Valencia, los "continentes" urbanos han cambiado, algunos en especial, como la Ciudad de las Artes y las Ciencias donde, por cierto, en mi opinión no hay nada interesante que ver dentro, aunque sea tenida como "senyera" para muchos valencianos.  No sé si sirve ahora esto como ejemplo pero resultó muy llamativo, y para mí mucho más "senyera",  que no fueran capaces de explotar hace años cuando lo del accidente del metro de Valencia (excepto algunos afectados), ni dentro ni fuera de la televisión valenciana, retratándose ellos, a mi juicio, del lado de poderoso e injusto, aberrante, derrochador y bochornoso gobierno valenciano. Aún así, era “su gobierno”, al que  le han seguido votando, elección tras elección, en masa. Será que son iguales  en ideas esas masas de votantes, ¿no? ¿Eso forma parte del “valencianismo”?  Yo creo que no, pero desde luego eso en Aragón no pasa.
     Podríamos seguir dando opiniones respecto a cómo son, o cómo se les ve desde aquí, desde Aragón, a toda esta gente que no tiene ningún reparo en ridiculizar a los aragoneses; en reírse de nosotros  por el acento, ser baturros, las jotas (ese cante tan “populachero” dicen),  la cebada, el cierzo, o las maneras o formas, según ellos, los “cultos de manual”, poco coincidentes con la “finura” y el buen hacer. Desde luego, y por poner un ejemplo que se les suele pasar por alto, en ninguna de las comunidades que he citado han sido capaces hasta ahora de juntar a más de 400.000 personas en un día (siendo 1.300.000 aragoneses) para protestar, en el caso de Aragón, para que no se trasvase el agua del Ebro para que valencianos, murcianos y almerienses hicieran urbanizaciones elitistas (¡claro!) y campos de golf. Sí que son capaces  sin embargo,  de salir lloriqueando a la calle por el cierre de Canal 9 a pesar de lo que muchos de los innecesarios  casi 1700 empleados han tragado/aceptado, cuando no compartido,  allí dentro. Ni de mantener, como nosotros, una identidad propia sin necesidad de hablar otra lengua, a pesar de ser muy pocos, casi sin recursos naturales ni materiales, solo con tesón, cabezonería, y alzando la voz de vez en cuando, como el famoso “¡a la mierda!” de nuestro querido José Antonio Labordeta en el Congreso.
     No sigo, aunque me queden unas cuantas comunidades autónomas. Todos tenemos opinión de los demás.  Solo decir que defenderemos lo nuestro  diciendo lo que pensamos y procurando no ofender  a nadie por existir o ser así. Y si alguien se siente ofendido por ello o por el contenido de este escrito  le recomiendo que piense que es  un acto de defensa, no de ataque, ¡que ya está bien!
      Estoy convencido que es una cuestión de educación (de mala educación) el mal ambiente que se genera con esos comentarios, chistes y chascarrillos con los que nos salpican los medios informativos. Pero lo primero que tenemos que hacer es reconocer la existencia del problema, y en eso estamos. No agacharemos la cabeza. No nos lo merecemos.
     Somos, como esos viejos árboles…! ...y lo seguiremos siendo.
 

lunes, 25 de noviembre de 2013

Tifones y construcción en Estados Unidos.

Tifón.

     Este mes de noviembre se han producido en el interior de Estados Unidos más de 80 tifones. No es algo nuevo allí, pasa todos los años, y nosotros desde aquí los conocemos sobre todo por las películas y documentales, aunque de vez en cuando se produce por el este peninsular alguno de escasa repercusión y daños.
     Cuando se contemplan en televisión los efectos del paso de uno de ellos por los extensos pueblos norteamericanos hay algo que no cuadra, que resulta poco coherente con el supuesto poderío económico-social de la gran potencia mundial. ¿Cómo es posible que les pase eso a ellos con lo preparados que están para todo,  especialmente en  infraestructuras (y en armas...)? Pues les sucede cada año, nada más ni nada menos, porque más del 80% de la construcción de viviendas se realiza allí en madera, lo que le confiere a la estructura de la casa un aspecto precioso y “de cuento” por fuera, pero realmente se parece más a la casita del cuento de “ Los tres cerditos” por inestable y precaria. Entonces, si esto es un fenómeno que se repite anualmente y genera multitud de daños, ¿por qué en la actualidad el tipo de vivienda unifamiliar de EEUU sigue siendo de madera?
     Si se preocupan de buscar en internet los motivos pueden encontrar frases y argumentos del siguiente tipo:

Estados Unidos tiene mucha montaña y zona boscosa. La madera es fácilmente accesible en Nueva Inglaterra, costa oeste y el medio oeste, fácil de trabajar, barata y fácil de reparar. Desde los años 50 EEUU es el primer productor-consumidor mundial de madera aserrada hasta la explosión de China. Las casas de ladrillo son también muy comunes en las zonas donde existen yacimientos de arcilla , pero el ladrillo es pesado para el transporte de manera que la navegación a grandes distancias hace que no esté disponible a precios competitivos en muchas zonas del país.

  Para un norteamericano medio la casa es un bien temporal y pasajero. De hecho, cambian de casa en promedio unas 5 o 6 veces en toda su vida. No les conviene endeudarse con inmuebles más caros. Por ello, si van a vender 5 casas durante su vida buscarán el máximo beneficio posible y por eso prefieren menores gastos en la construcción.

 Existe también una razón impositiva, los impuestos que se pagan por construir una casa de ladrillo u hormigón son muy superiores a una construida por el método tradicional.

 Este tipo de casas se compran sobre plano y la construcción no requiere mano de obra muy especializada.  Muchas veces son los propios compradores los que montan su vivienda entrando en una  dinámica de personalización con auto-bricolaje,  muy propio de la cultura estadounidense.

  La madera es un material flexible que permite reducir la formación de grietas durante pequeños seísmos. Su comportamiento ante los terremotos es mejor por su flexibilidad, rigidez y menor peso y aunque las técnicas modernas de cimientos antisísmicos de las construcciones tradicionales las hacen incluso más seguras, los americanos prefieren enfrentarse a un terremoto dentro de casas de madera.

  ¿Cómo se protegen de los tornados y huracanes? Siguiendo la tradición constructiva, levantan sus casas de madera, pero construyen también un sótano de ladrillo y hormigón. Cuando se alerta de un tornado (cuya trayectoria es impredecible) las familias se refugian en el sótano. El tornado se podrá llevar su casa de madera pero no a ellos. El seguro se encargará del resto.
 Fotografía tomada en noviembre de 2013 en una de las localidades norteamericanas que han padecido los tifones. Se observa una sola casa en pie. Es debido a que esa vivienda se construyó  con ladrillo y hormigón. El resto "eran" de madera, las pobres... Y lo más curioso es que el propietario de la casa que se ha salvado es español...
 
     Pero lo más preocupante, desde un punto de vista medioambiental, es la falta de noticias sobre la macroexplotación maderera de bosques americanos que se tiene provenientes de famosos colectivos ecologistas como Greenpeace, ONG muy extendida e implicada en todo tipo de temas en Estados Unidos, pero, al parecer, “desaparecida en combate” para este. Sin embargo, cuando quieren hacer algo al respecto lo hacen, como por ejemplo en relación al desastre ecológico que se está llevando a cabo hoy en día, incontroladamente,  en las selvas del Congo (http://www.greenpeace.org/espana/es/news/2013/Marzo/Greenpeace-denuncia-ilegalidades-en-el-sector-forestal-de-la-Republica-Democratica-del-Congo/).  ¿Y en los Estados Unidos? Será que no quieren contrariar a los empresarios que les subvencionan, como la familia Rockefeller, por ejemplo?  No seamos malpensados…

jueves, 14 de noviembre de 2013

Sacar petróleo en Canarias.



     Parece ser que el petróleo detectado frente a las costas de Fuerteventura y Lanzarote va a ser sacado de las entrañas de la Tierra a partir de mayo de 2014. Este se encuentra bajo varios centenares de metros de sedimentos terciarios situados a más de 1000 metros por debajo del  fondo marino en esa zona. Los sondeos realizados se localizan a unos 60 km de las costas canarias, y casi a 100 km de las africanas.
     Según El País (14 de noviembre): “Repsol estima que los yacimientos de Canarias pueden albergar unos 898 millones de barriles de crudo (el pronóstico más optimista eleva esa cifra a 2.277 millones), capaces de abastecer el 10 % del consumo del país y de rebajar las facturas de España en importación de crudo en 30.000 millones de euros en los próximos 20 años”.

    
      Pero no va ser fácil el convencer a las autoridades canarias, que además de ser guiadas por los consejos medioambientalistas de Ecologistas en Acción y Greenpeace, argumentan datos que se enfrentan directamente con la vertiente social del concepto de desarrollo sostenible. Veamos. Se esgrime con fuerte vehemencia que se tiene miedo a un vertido de crudo al mar cuando se saque, con el consiguiente posible deterioro de los ecosistemas marinos (dicen de túnidos y de paso de cetáceos) de esas aguas. Desde luego  es correcto exigir el estar vigilantes y con el compromiso de pronta y correcta actuación en caso de accidente o vertido incontrolado al mar, aunque en mi opinión ese riesgo no debe invalidar el proyecto. Se dice, además,  que las plataformas petrolíferas van a afear la bonita vista desde las islas, por lo que no se controlará de ninguna manera posible el  gran impacto visual que allí se va a producir.
     Pues bien, sin ánimo de ofender a nadie ni de pensar que los dirigentes canarios no saben lo que dicen (lo de las oenegés ecologistas es otra cuestión…) está claro que no se enteran de varios puntos. El primero, y aunque hay que reconocer que el impacto visual puede ser molesto, ese inconveniente óptico no deja de ser eso, algo visual, poco hiriente con el medio ambiente, aunque desde el mundillo conservacionista muchos se rasguen las vestiduras por ello. Y en segundo lugar, habría que pedirles a esas autoridades que se pongan a reflexionar un minuto (supongo que no es mucho…) para que se den cuenta de cómo se desplazan ellos desde las preciosas islas Canarias al resto del mundo, y viceversa. Y lo que es más, cómo quieren que vayan, o sigan yendo, los 5 millones de turistas que les dan de comer. Que yo sepa casi todo el mundo viaja a las islas en barco (pocos) o en avión, que precisamente no van a pedales. Necesitan un carísimo combustible, contaminante como pocos, que llenan los depósitos de esas naves. ¿El impacto ecológico que se produce en el lugar de la extracción del petróleo que sirve para hacer el combustible con el que funcionan los aviones que viajan a las islas (perdón por el pedazo de frase…) , y que aquí quieren evitar a toda costa, les importa poco? ¿Es que tienen una conciencia ecológica selectiva? ¿Querrían quedarse sin turistas, porque no puedan ir, por conservar intactos esos yacimientos de petróleo en sus lugares de origen? ¿Les llevarán en larguísimas travesías desde la península los productos naturales, los de comer, perecederos ellos, que allí no tienen? Porque, salvo plátanos, el resto de alimentos además de casi todo lo demás, ¿de dónde  los consiguen? ¿Van flotando sobre las aguas? Y por último, ¿es posible que alguien sensato quiera que en estos momentos sociales en los que vivimos se pongan por delante esos excesivos, puntillosos e insolidarios prejuicios medioambientales ante la posibilidad de sacar petróleo de nuestro subsuelo? Exijamos un severo control y seguimiento ecológico en el proceso de extracción y manipulación del producto, y cuidado extremo del entorno y sus ecosistemas, pero sin crear alarmismos innecesarios ni hacer demagogias baratas. Vivimos como vivimos gracias al petróleo, y ellos, los canarios, sobre todo. ¿Cómo vivirían allí  sin ese recurso geológico? ¿De qué va esta gente?
Turistas llegando a Canarias.
 

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Las fallas de Teruel.

    

    
      Fallas geológicas se entiende, no como las valencianas. Durante las últimas semanas han estado más de moda que nunca debido a su utilización para retrasar la construcción del nuevo hospital de Teruel. Al parecer el terreno previsto desde hace años para levantar el mismo, al norte de la ciudad está en el área por la que pasan unas de las fallas que recorren Teruel y sus alrededores.

     No utilizaré aquí ningún informe emitido por personas o instituciones ante la preceptiva Evaluación de Impacto Ambiental (EVA) requerida para cualquier tipo de obra pública. Ni usaré el recurrente argumento de echar la culpa del retraso a la ineptitud de los políticos de turno que no ha tocado sufrir hoy en día, ni a los cantos de sirena emitidos por los autoerigidos guardianes de la colectividad social. Solamente comentaré algún dato técnico que ha sido ofrecido por los geólogos para orientar  y valorar el surgimiento casi "in extremis" de diferentes colectivos para paralizar las obras, o retrasarlas, o evitar que se levante ahora el nuevo hospital. ¿Razones?

     Las fallas en cuestión, las que pasarían por debajo del hospital son (ver mapa adjunto) la falla de Teruel y la de Concud,  fracturas originadas en los sucesivos reajustes tectónicos ocurridos  antes y a comienzos del Cuaternario (el Cuaternario comienza hace 2,5 millones de años), habiendo tenido la falla de Teruel su última actividad, es decir, movimiento, y al parecer de medio metro de salto, hace entre 13.000 y 3.200 años (amplio intervalo de datación...). Se estima además que el periodo de repetición de la sismicidad es de 7.000 años, sin que se hayan producido desde ese tiempo ningún reajuste adicional. Según los expertos en tectónica de la Universidad de Zaragoza, la probabilidad que se produzca un terremoto en los próximos 500 años está entre el 4 y el 30%. Se recomienda pues, como es lógico, realizar unas obras con tecnología sísmica resistente para la construcción de cualquier edificio de grandes dimensiones.
 
 
     ¿De verdad era necesario montar todo el circo mediático de supuestas precauciones con estos datos y decidir retrasar de inmediato la construcción del hospital? Conociendo todo esto, en especial los datos geológicos, ¿se puede construir algo en Teruel sin atemorizarse?  Desde luego, si en Fukushima (Japón) hubieran sido tan escrupulosos como aquí a la hora de establecer criterios de construcción (teniendo en cuenta que es una zona de altísimo riesgo volcánico y sísmico) no les hubiera ocurrido nada...
 
Información :
 

Embalses y porcentajes.


Embalses de agua, claro. Y lo primero que tenemos que hacer es eliminar  esa denominación que todavía hoy se encuentra escrita en muchos carteles de señalización junto a los mismos, a pie de carretera, en los que se les denomina “pantanos”. Pantanos son unos elementos naturales que se dan en determinadas condiciones ambientales y que representan unos ecosistemas muy concretos. Los embalses son grandes depósitos artificiales de agua para la recogida y abastecimiento a  núcleos rurales y urbanos. Aclarado el concepto se puede hacer una doble apreciación sobre el uso, diseño y valoración social de los mismos.

  En primer lugar es de sobra conocida la especial aversión que numerosos colectivos conservacionistas respecto a la realización o ampliación de embalses. Que estos grandes depósitos inundan zonas  agrícolas o rurales no cabe la menor duda. Y que la inundación no es del agrado de los afectados, tampoco. Pero, ¿qué otra solución se ofrece desde el conservacionismo, para conseguir las necesarias reservas hidráulicas que son necesarias hoy en día? Desde luego, se entienden las protestas encaminadas a la perfecta ejecución de obras en los aledaños de las presas que se amplían, evitando y eliminando a cero los posibles riesgos geológicos que esas obras llevan consigo, pero una vez superadas esas reticencias, es difícil resistirse a que la técnica no haga lo posible para que  la ciudadanía  pueda disponer y  beber agua de calidad. Y por otro lado, resulta casi indignante el uso que se da desde la administración y medios de comunicación de las evitables comparaciones que se hacen para relacionar cuencas hidrográficas y cantidades de agua acumulada en los diferentes embalses peninsulares. Recordarán artículos y noticias referentes al porcentaje de cantidades de  agua recogida en los embalses pirenaicos, que en muchas ocasiones, o por lo menos cuando los nombran con fines poco transparentes, suelen estar  por encima del 80% de su capacidad  Sin embargo, los de la cuenca de los ríos Guadiana o Guadalquivir, no se llega en muchas ocasiones al 45% del total. ¿Son comparables esos porcentajes?  ¿Para qué se hace? Su comparación resulta tan ridícula como el relacionar lo que cabe en un dedal de costura con la capacidad del cubo de una  fregona. Mientras los embalses del Pirineo son minúsculos, los de esas cuencas citadas son inmensos, por lo que un 80% de uno puede suponer, en metros cúbicos, la quinta parte de ese 45% del  embalse “semivacío”. Es una cuestión de números, pero, claro, la información confusa, poco clara, y con ciertas tendencias políticas, son indispensables para justificar actuaciones poco respetuosas con la naturaleza y conseguir la valoración social de muchos que no ven más allá de los números.

martes, 22 de octubre de 2013

Dirigir institutos hoy.




      Dirigir hoy un instituto en Aragón, comunidad en la que resido, no es nada fácil. Sobre todo por el gran malestar que debe sentirse (yo lo tendría) al tener que padecer una contradicción e incoherencia interna que poco a poco puede ir demoliendo tus principios éticos y morales. Me explico. En casi todos los centros de enseñanza media  aragoneses existen unos equipos directivos que durante estos cursos pasados no han dudado en participar activamente en diferentes actos de protesta en contra de la aplicación de las nuevas y severas  normativas en los centros, en especial al profesorado. Los miércoles suele ser el día elegido desde hace meses para escenificar en la puerta del recinto escolar, provistos de la correspondiente camiseta verde con lemas del tipo “escuela pública para todos y de calidad”, la protesta pacífica en contra de los sucesivos recortes y maltratos de la administración.
     Yo, que no soy muy amigo de ese tipo de escenificaciones, me he solidarizado desde el principio, conceptualmente,  con esas formas de reivindicar algo que se nos quita sin el más mínimo respeto humano. Por eso valoro mucho que se sea capaz de expresar libremente, en la calle, el profundo malestar de la comunidad educativa a causa de lo que nos están echando encima. Es por ello que no llego a entender bien que esos reivindicativos  directores de centros, por lo que yo sé, casi todos los de aquí, no hayan formalizado ya, con contundencia,  en las direcciones provinciales de educación o en la Consejería de Educación de la Diputación General de Aragón (DGA),  su dimisión en el cargo directivo que ostentan. No conocemos ningún caso.  Y eso es lo raro.
     Supongo que el que la administración  haya “premiado” (o comprado) a los equipos directivos, en su nueva normativa aplicada ya desde el curso pasado 2012/13,  con una significativa disminución del número de horas lectivas (de clases) a impartir, que no superan ahora las 5 horas semanales, no habrá tenido nada que ver en su inmovilidad y/o incapacidad de decisión a la hora de dimitir. Y también es raro comprobar  que, a la vez que se porta la camiseta verde y se protesta, se elaboren sumisamente unos horarios para el resto de sus compañeros con 21 horas lectivas semanales  (y les aseguro que eso es mucho en educación…). O que se acepte sin rechistar ni plantarse,  por ejemplo,  y tras aviso desde los servicios de inspección educativa, que no se  dota a los centros de personal para diferentes  grupos de alumnado (además de la conocida criba de profesores interinos),   adjudicando entonces la dirección su carga lectiva a los departamentos más “afines” a las materias, aunque eso suponga un cambio de especialidad a los agraciados. En fin, tendrá que haber alguna razón convincente, aunque oculta, por la que estos directores siguen en sus cargos todavía, sin dimitir; aplican la normativa (a mi juicio, sumisamente); y reivindican un cambio de norma a la vez. Pero nadie explica nada, si es que existe una explicación.
     Quiero pensar que no llegaremos a ver (aunque los humanos somos impredecibles) en nuestro sistema educativo escenas semejantes a las de las películas  de campos de concentración nazis, donde los pobres judíos tenían en sus barracones,  como jefe de grupo, a otro judío “encargado” de controlar y supervisar, cuando no delatar, al resto de los presos, a cambio de unas pequeñas prebendas. Quizás sea una exageración, desde luego, pero por algo se empieza, y aquí esta gente ya ha aceptado sin rechistar su prebenda de rebaja de horas lectivas y el hacer  funcionar  los centros “a reglamento”, el cual les salpica muy poco.
     Solo les pido, humildemente, un detalle solidario a nuestros directores con el resto de profesores. ¡Presentad vuestra dimisión! No pasaría nada, seguro. Todo quedaría igual. Nadie os aceptaría la dimisión, pues  no quieren problemas en la administración. Seguiríais teniendo vuestra reducción horaria (los demás  con el incremento de clases), y seguiríamos teniendo que aceptar “por imposición” (a través de vosotros) la nueva normativa que  se nos aplica. Pero si dimiten formalmente ante la administración el sentimiento y consideración hacia ellos que reinaría en los claustros de los institutos no sería el mismo. Nadie  podría pensar que se está dirigido por alguien convencido o afín (aunque también los haya) a los extraños, duros, y discriminantes rumbos que la educación ha tomado en los últimos tiempos. Los directores volverían a ser un compañero más del claustro. Ahora no queda muy claro donde están.

jueves, 3 de octubre de 2013

Bomba en El Pilar: han pinchado en vena.


     Me imagino que se conoce la noticia de la explosión en El Pilar de Zaragoza de una pequeña bomba. No ha habido muertos ni heridos. Solo desperfectos en el mobiliario del  templo. Se nos ha dicho que ha sido gente de “extrema izquierda”, posiblemente “anarquistas italianos”, y que podrían ser los mismos autores que los que en febrero de este año pusieron otra en la catedral de Madrid. Los periódicos locales aragoneses se han hecho eco de la noticia, aunque los nacionales, como siempre, la han cogido con alfileres y la han colado entre las importantes, casi de refilón. La verdad, nos da lo mismo, estamos acostumbrados a  estos desdenes, desplantes o ninguneos por parte de la prensa estatal. Repito, nos da lo mismo. Lo han hecho siempre.

      Me parece ahora más importante comentar algo respecto a estos pobres desgraciados que han puesto la bombica del Pilar, pues me parece que no deben saber muy bien quiénes somos por esta tierra. De saberlo o ser de aquí, que no creo, supongo yo que se lo habrían pensado dos veces.  Sin remontarnos a épocas históricas decimonónicas, durante los últimos 40 años se han dado  muestras en Zaragoza de lo que aquí, en Aragón, se es capaz de hacer y conseguir ante una “agresión” externa, eso sí,  sin bandas terroristas usadas como ariete, sin amenazas y sin estridencias. Solo con argumentos, tesón, cabezonería, y un sentimiento aragonesista que no entiende de derechas o izquierdas, solo de sangre baturra que defiende sus derechos. Y de eso nos sobra a todos. A todos de los 1,3 millones de habitantes de Aragón, de los que, por ejemplo, “tan solo” asisten el 35% (unos 0,4 millones) a las manifestaciones antitrasvase del Ebro (a Cataluña en los años 70 y 80; a Valencia, Murcia y Almería, en los 2000) y a las que llevo asistiendo toda mi vida. Hasta ahora esa unión ha hecho que lo consigamos entre todos: el temido e insolidario trasvase no se ha hecho, aunque todos al despedirnos nos decimos: “hasta la próxima”, porque estamos seguros que habrá otra intentona. Pero allí estaremos, que no tenga nadie la mínima duda. Somos así, como esos viejos árboles.


     Pero además del agua del Ebro, otro de los símbolos principales e inequívocos de esta tierra, y conocido por todos,  es El Pilar. Y con atacarlo ahora (inexplicablemente), han pinchado en vena, en nuestras venas. Y, ¡ojo!, muy lejos personalmente de defender las posturas (hasta ahora) antiguas y en ocasiones recalcitrantes de la iglesia católica respecto a muchos temas sociales que  no mencionaré, nadie, repito, nadie, puede entrar en nuestra casa y poner una bomba destructiva como la que han puesto en El Pilar y marcharse como si tal cosa. Porque El Pilar, es “nuestra  casa”, se mire por donde se mire, la usemos poco o mucho, se sea creyente o no. Y allí estaremos todos para defenderla de la manera que haga falta. Se equivocan si creen que una ideología trasnochada y que se abre camino con violencia puede destruir lo poco que tenemos y queremos de verdad en esta tierra. Estamos en alerta, el Pilar no se toca: “…ayer, hoy y siempre, a Zaragoza la defiende su gente”.


Escudo de Aragón.

lunes, 30 de septiembre de 2013

Conservacionismo hiperdesarrollista.


   Es un término que se sitúa en el extremo contrario al de hiperdesarrollismo pseudoecológico (http://dejadmevivir.blogspot.com.es/2013/09/hiperdesarrollismo-pseudoecologico.html). El despertar en nuestra sociedad del desarrollo sostenible durante los últimos lustros ha tenido una respuesta social un tanto desenfocada de la verdadera práctica respetuosa con el medio ambiente. Los grupos conservacionistas que conocemos tienden a demostrar con acciones muy vistosas sus reivindicaciones y protestas, dejando poco espacio a la comprensión de especiales necesidades de determinados colectivos sociales. Aún recuerdo cómo las protestas vecinales de la localidad turolense de Libros para que sacaran del casco urbano la carretera nacional,  en la que se habían producido numerosos accidentes, contaron con la oposición de grupos conservacionistas de Teruel los cuales defendían  el hábitat de una plantita endémica de los alrededores por los que se preveía el paso de la nueva vía. ¿No se podía llegar a un acuerdo en el posible trazado y mostrar más solidaridad con la gente del pueblo?


  Se nos recomienda, por ejemplo, la práctica de la compra de proximidad en las ciudades, descartando así las “innecesarias” y contaminantes visitas (por las emisiones de CO2 y otros gases que emiten los vehículos con los que se va)  a los alejados centros comerciales, cuando a la vez se patrocina el conocimiento y visita de parques naturales y/o nacionales que se suelen encontrar, en muchas ocasiones,  a centenares de kilómetros de los lugares habituales de residencia de la gente. ¿Para ir a un sitio sí se contamina y para el otro no? Se articulan acciones encaminadas al reciclado de papel, cartón, vidrio y plástico (muy necesario) pero se “olvidan” de, a la vez, hacer campañas encaminadas a reducir el consumo de productos con demasiados residuos o envoltorios no siempre efectivos. El uso de tetrabriks o  latas de todo tipo de bebidas es algo habitual y visto con total normalidad y tolerancia por parte de numerosos grupos sociales que no dudan en reivindicar el reciclado pero sin mostrar nunca una clara condena en contra del uso abusivo de ese tipo de envoltorios. ¿No podríamos solicitar una vuelta atrás en la distribución de, por ejemplo, la leche, que antiguamente se hacía en envases de vidrio?



  Pero sin duda los más significativos en eso del conservacionismo hiperdesarrollista son los que, embutidos en un perfecto “disfraz ecologista” tratan de enseñar a los demás lo concienciados que suelen estar en eso de respetar y amar la naturaleza. Sus pantalones bombachos y de corte moruno; sus camisetas de rayas moradas y negras; unas cuidadas rastas; un par de piercings en la cara; sandalias étnicas; insignias con un “nuclear, no gracias” o con el símbolo del amor, hacen que la gente poco preparada en temas ecológicos se derrita ante esa indumentaria “tan natural”. No se dan cuenta que la ropa que llevan es sintética en su casi total proporción, es decir, hecha con derivados del petróleo; los piercings son de metales poco oxidantes y tratados químicamente para no producir infecciones (eso se creen ellos…); y las sandalias son de piel curtida de animales criados para ese fin. Además, como todos, llevan un buen teléfono móvil fabricado con el superconductor COLTÁN, extraído en minas tercermundistas por niños esclavos. Ah, y con el pelo bien teñido en colores estridentes sin saber lo muy contaminantes del agua que son esos productos. En fin, un lote medioambiental de primera división, como vemos. Si a eso añadimos el verlos  bajando de un flamante coche con el que se desplazan para ir a trabajar, y/o salir del mismo con una especie de pequeña nave espacial para pasear a su bebé, es para terminar parpadeando como el de la “empanadilla de Móstoles”. Pero de referencia ecológica NADA de NADA, que quede claro. Viven como muchos, pero con disfraz. Son, simplemente, CONSERVACIONISTAS HIPERDESARROLLISTAS.


miércoles, 11 de septiembre de 2013

Hiperdesarrollismo pseudoecológico.

Carretera ecológica.

     El medioambientalismo ha dado en los últimos lustros un sinfín de términos, aparentemente extraños, respecto a las diferentes actuaciones del hombre en la naturaleza. Los más conocidos son  el hiperdesarrollismo, que resumidamente consiste en el uso indiscriminado de los recursos naturales con el fin de lucrarse o generar riquezas sin prever consecuencias nefastas para el entorno, o no importarle; el conservacionismo a ultranza, que representa un movimiento crítico con el anterior y tendente a la preservación del entorno sin valorar los posibles beneficios que para el hombre pudieran obtenerse de él; y el desarrollo sostenible, que acercando posturas entre los dos anteriores pretende un desarrollo social regulado y respetuoso,  alterando lo mínimo posible a los ecosistemas sobre los que el hombre se asienta.

Detergente ecológico.

     Sin embargo, es fácil descubrir a través de los medios informativos multitud de propuestas de actuación, desde la administración o privadas, que intentar mostrar la cara amable de una intervención sobre algo. ¿Quién no ha visto la propaganda de un coche argumentando que no es, o es mínimamente, contaminante? O la construcción de chalés con “piscinas ecológicas”; o incluso campos de golf en los que usan “aguas residuales” para evitar así la tentación de acusaciones de malgasto de agua. Es lo habitual. Y eso se produce, estoy convencido, por la estrategia industrial/comercial de hacer “ecológico” algo que no lo es tanto.

Piscina ambientada en un entorno "natural".

     ¿Qué ocurre, entonces? ¿Nos están engañando? Pues seguramente sí, pero con mucho estilo… Nos están aplicando este concepto que creo que extracta lo que en los últimos tiempos nos están haciendo: hiperdesarrollismo pseudoecológico. Consiste en acallar muchas voces discordantes con el “sentir” conservacionista que mucha gente tiene, o cree tener. Es tan  obsesiva, aunque a la vez superficial, la campaña concienciadora  respecto a la conservación del entorno natural, que aun teniendo mucho de bueno, tiene  grandes fisuras. La principal es la falta real de formación ecológica que la mayoría de las personas tienen, derivada sin duda del paso fugaz de temas medioambientales en los contenidos educativos de las sucesivas leyes de educación de nuestro país. Y esa falta de formación  hace tragar con todo lo que se  barniza de verde y ecológico, que es lo que se lleva y da credibilidad. Si oyen o leen que algo tiene en cuenta la conservación del entorno, o es respetuoso con los valores naturales del lugar,  es suficiente para tirarse en plancha a aceptar o recomendar, o por lo menos a no desechar, el producto ofrecido.

Parque urbano .

     Ejemplos engañosos conocemos todos, aunque no nos hayamos dado cuenta de su finalidad real. Que se anuncia que los detergentes no llevan fosfatos (sin ver qué más llevan…),  pues entonces son ecológicos y es bueno usarlos; que los supermercados nos cobran las bolsas de plástico para así “reducir residuos” y generar conciencia ecológica, pues les creemos a pies juntillas y encima alabamos la propuesta; que nos construyen en las ciudades parques con grandes extensiones de césped, pues pensamos que verde está  más bonito  y que el ayuntamiento, además,  hace lo adecuado por crear “zonas verdes”, mucho más ecológicas que  si son de otro color. Pero nadie, incluso formado ecológicamente, expone su oposición a que, por ejemplo, los millones de productos para teñirse el pelo  lleven contaminantes del agua; o que sea innecesario emplear masivamente envases de cartón o metal para leche, vino, o envoltorios de plástico en numerosos alimentos, etc. Parece que ecológicamente esté permitido, y nos deja la conciencia tranquila, el uso en nuestra vida  de productos que proceden  de un complicado proceso industrial, extracción agresiva de materias primas, o que su uso genere abundantes residuos y elementos contaminantes. Eso nos da igual, al parecer, o se ignora por lo general. ¿Por qué? Pues porque hay todo un complicado e interesado movimiento que hace  lo posible para que creamos que lo necesario en nuestras vidas occidentales ha pasado por los controles  ambientales suficientes y necesarios: son, aparentemente, productos o actuaciones  ecológicamente aceptables. Eso es el hiperdesarrollismo pseudoecológico. Un engaño. Necesitamos formación y vista de lince para no caer en su trampa.


jueves, 5 de septiembre de 2013

Geología en vivo: fumarolas en las Azores.

Calderas volcánicas de Sete Cidades en san Miguel, Azores.

     Casi no voy a escribir nada, pues esta entrada es para "verla". Se trata de contemplar la belleza de las fumarolas que en la isla de san Miguel, en Las Azores, se pueden contemplar. Las fumarolas son un fenómeno geológico consistente en emanaciones de gases y vapor de agua desde zonas profundas de la tierra como consecuencia de fenómenos volcánicos asociados.

   
  

     Las islas Azores se encuentran en mitad del Océano Atlántico, junto a la gran brecha que supone la Dorsal Centroceánica Atlántica, que recorre este océano de norte a sur. Al ser de naturaleza volcánica los espectaculares elementos visuales que allí se contemplan están relacionados con fenómenos propios de los volcanes, siendo una de sus manifestaciones más representativas las fumarolas. Estas están allí en permanente emanación de gases debido a la constante relación entre el nivel freático del terreno, abonado por la gran y exuberante vegetación de la isla, y el próximo en superficie foco caliente del subsuelo, lo que favorece la aparición de las fumarolas. Veamos algunas de Sete Cidades y Furnas, en la isla de san Miguel:

Sete Cidades, san Miguel.

Sete Cidades, san Miguel.

Furnas, san Miguel.

Agua en ebullición.

Furnas, san Miguel.