¡Dejadme vivir! Geología, Paleontología, Ecología, Educación.

Enrique Gil Bazán.
Doctor en Ciencias Geológicas (Paleontología).
Zaragoza, Aragón, España.

sábado, 20 de diciembre de 2014

Serranía Celtibérica: despoblación y ecodesarrollo.



Albarracín, en la Serranía Celtibérica.

     Al  periódico "Financial Times" le ha llamado la atención el gran desierto humano del territorio  interior español. http://www.heraldo.es/noticias/aragon/2014/12/17/el_ultimo_habitante_motos_llega_financial_times_328485_300.html      El área tratada es la  denominada Serranía Celtibérica, que con una extensión que duplica a la de Bélgica, tiene una población similar a Laponia, por debajo de ocho habitantes por kilómetro cuadrado. Se encuentra situada geográficamente en áreas pertenecientes a las comunidades de Aragón, Castilla y León, y Castilla la Mancha.
 

Mapa Serranía Celtibérica.
    
      El catedrático de Prehistoria de la Universidad de Zaragoza Francisco Burillo, impulsor del proyecto "Serranía Celtibérica" indica : “El problema no es solo la despoblación extrema. Es la región más desarticulada de toda España y de la Unión Europea y resalta la significativa ausencia en la Serranía Celtibérica de un gran centro urbano con el dominio de las poblaciones de menos de 100 habitantes. Y añade: “Si no cambiamos la tendencia, vamos a tener el mayor desierto de población en la Unión Europea”. De hecho, Burillo considera a los Montes Universales, entre Aragón y Castilla, como territorio “biológicamente muerto”.

     Sin embargo, para algunos alcaldes de la zona existe la esperanza de remontar esta situación con la comercialización de los productos de calidad, y la explotación sostenible del bosque. Pero para ello consideran que es necesaria una estrategia de inversiones e incentivos. Para lo cual el paso inmediato, en opinión de Burillo, es que la Serranía Celtibérica sea reconocida por el Gobierno de España como una Inversión Territorial Integrada.
     ¿De verdad alguien con conocimiento de causa puede llegar a creer que el resurgir de las zonas deprimidas del territorio interior, puede hacerse tan solo “comercializando productos de calidad y la explotación sostenible del bosque”? Analicemos esta propuesta.
 
Serranía Celtibérica: paisaje.
    
      Al margen de las razones por las que no se dotó en su día de infraestructuras varias en esas zonas deprimidas, y sí se hizo en la costa fundamentalmente, y que son el origen de su despoblación, hay que pisar firme y ser coherentes a la hora de proponer ideas revitalizadoras de la zona. Productos de calidad, dicen. ¿Se refieren a los derivados del cerdo, tradición mielera, quesera, y postres artesanos? Porque esto ya se hace en todos y cada uno de los pueblos de la zona (casi no hay otra cosa…). ¿Con qué resultado económico?: el de subsistencia de algún núcleo familiar aislado, sin más. Si se quisiera instalar allí una especie de “Campofrío” autóctono donde poder dar trabajo a muchas personas y generar riqueza, ¿en dónde? ¿con qué infraestructuras? No hay buenas carreteras ni servicios industriales, ni de otro tipo, adecuados, y cuando se reivindica, por ejemplo, el ensanche y arreglo de alguna carretera por los muchos accidentes que allí se generan,  los autodenominados “ecologistas” se vuelven locos protestando por el deterioro ambiental que eso supondría, consiguiendo su paralización en muchos casos. Increíble, pero cierto. Seguimos. Explotación sostenible del bosque… ¿qué es eso? Esto no son los Estados Unidos, donde la industria maderera hace y deshace a su antojo, aunque todo legal, claro, que para eso tienen sus leyes que les amparan, y además, tienen bien adormecidos y/o sobornados a muchos famosos grupos conservacionistas para que no abran la boca. Allí se dedican enormes extensiones de terrenos al cultivo de especies madereras las cuales sirven de materia prima a millones de pequeñas industrias y personas. Aquí sería impensable, tanto legal como humanamente, y más en una zona como de la que estamos hablando, pues no es terreno adecuado, ni por accesibilidad ni por la geología y orografía del terreno, sobre todo . Aquí el poco bosque autóctono que hay en la Serranía Celtibérica, aunque a algunos les parezca que es mucho, no da lo suficiente como para que se use en obtener madera masivamente  y que, además,  eso sea una posible solución para  el desarrollo de la zona. Lo impiden los largos tiempos de regeneración vegetal,  sesgando así  un uso efectivo (biológico y económico) de esos recursos, además de generar un gran impacto ambiental. La poca actividad maderera de la Sierra de Albarracín, ya desde antiguo, es y ha sido más bien una actividad de limpieza y conservación, aunque se obtuvieran y obtengan beneficios, que una “explotación” de la madera en toda regla. Es más, el bosque es un recurso paisajístico de primer orden que puede servir para otros fines.
     Esos fines bien pueden estar encaminados hacia una buena  gestión patrimonial del entorno, por lo que  el futuro de esta gran zona, por su belleza, conservación natural y poca contaminación en casi todos los sentidos, química y humana, debe dirigirse hacia un turismo, ecológico y convencional (artístico, culinario,…), que permita a sus gentes sobrevivir y comenzar a ser autónomos en sus perspectivas de vida, además de que puede favorecer el asentamiento y atracción de población. La desarticulación territorial a la que hace referencia el profesor Burillo, y el que sea un territorio biológicamente muerto, solo se puede paliar si se articula el mismo con infraestructuras y actuaciones de desarrollo ecológico en la zona. Esta puede ser una buena zona, y un buen momento, de experimentación para aplicar conceptos de ecodesarrollo y sostenibilidad ecosocial, lo que supone y lleva implícito no olvidar la necesaria e imprescindible calidad de vida moderna de los humanos que la habiten.
 
 

jueves, 11 de diciembre de 2014

Eso no es ecologismo.



Mezquita Azul de Estambul (Turquía).
 Es muy difícil ver esta preciosa
 vista sin la multitud de barcos petroleros detrás.
Lo bien que quedaría por ahí, protestando,
 cualquier barquito de Greenpeace.

     Cuando se asalta un granja de en la provincia de Teruel, en concreto en Sarrión, y se sueltan miles (unos 10.000) de visones al monte argumentando que hay que liberar a los pobres animalitos en nombre del ecologismo, perteneciendo además  a la sección animalista de Ecologistas en Acción, eso, no es ecologismo. Cuando se pone un gigantesco cartel en el suelo, junto a las pistas de Nazca, en Perú, deteriorando así uno de los patrimonios mundiales más importantes del planeta, eso, no es ecologismo. Cuando se impide o protesta por la instalación de un par de aerogeneradores para dar luz pública en un pueblo subdesarrollado de la sierra de Javalambre con la intención de pagar menos electricidad, eso, no es ecologismo.
Actuación reivindicativa de Greenpeace junto a las pistas de Nazca, Perú, en diciembre de 2014.
     
Rastro dejado por los vehículos utilizados por los reivindicativos miembros de Greenpeace junto a las pistas de Nazca (Perú). ¡Y nosotros preocupándonos por el destrozo de los motoristas por el monte! Pero claro, a lo Maquiavelo, "el objetivo justifica los medios"...

     Ecologismo sería ver algún moderno barco de la flota de contaminantes barcos de Greenpeace en el mar de Mármara,  justo al lado de la costa de Estambul, en Turquía, protestando por la descomunal contaminación de miles y miles de petroleros a los que se les permite que “limpien” sus cámaras interiores echando sus porquerías al mar. Eso sí sería ecologismo, y no lo que hacen. Y sería un ecologismo responsable, ya que todo el mundo comprendería que esa gente se jugaba el pellejo, ¡pero de verdad!, al enfrentarse a las poco contemplativas autoridades turcas en defensa de sus ideales. Pero, claro, allí no, ¿verdad? Es más fácil enfrentarse con la armada española, dotada con tirachinas y a la vez repartiendo bocadillos, frente a las costas canarias para oponerse a la prospección petrolera. Será que ellos les echan a sus barcos para que funcionen el biogás de sus defecaciones... ¿Se habrán planteado alguna vez estas gentes gracias a qué viven como viven? No tienen ni idea, o demasiada idea tal vez ocultando oscuros intereses, pues no saben que respetar y defender a la naturaleza no debe estar reñido con un uso responsable y solidario de la misma. No representan ni a la ecología ni al ecologismo. Son nada, o como mucho un circo mediático que alguien paga muy bien.

domingo, 30 de noviembre de 2014

Un nuevo museo en Zaragoza.

 
    
Paraninfo de la Universidad de Zaragoza, lugar
 donde se ubica el nuevo Museo de Ciencias Naturales.
     Se inaugura este mes de diciembre. Se trata del Museo de Ciencias Naturales de la Universidad de Zaragoza, que estará ubicado en el precioso edificio del arquitecto Magdalena concebido en su día como facultades de medicina y ciencias de la universidad. Allí van exponerse parte de las colecciones del jesuita Longinos Navás, así como las “colecciones” del ya extinto museo de paleontología del departamento homónimo universitario. En este último museo, dirigido por el catedrático de paleontología Eladio Liñán, se mostraban, desde la década de los 80 del pasado siglo, una serie de piezas fósiles de distintas edades y grupos de organismos, en una pequeña sala habilitada para ello en las dependencias universitarias. Si bien es cierto que a cargo de proyectos de investigación promovidos desde este pequeño museo, y subvencionados por la Diputación General de Aragón,  se han formado varios investigadores en paleontología, cabía esperar una “puesta en escena” de cara al público un poco más didáctica, moderna  y dinámica de la que ha habido hasta recientes fechas.
Vitrinas del museo de paleontología
de la Universidad de Zaragoza

En Dinópolis, Teruel.

     Esperemos que ahora todo cambie para mejor. En primer lugar, hoy en día es inconcebible llamar “museo” a una simple colección de piezas fósiles expuestas en vitrinas, casi amontonadas, y sin un apoyo museográfico informativo adecuado. Ha sido muy habitual en este tipo de museos paleontológicos el confundir el concepto de museo con el de exposición y el de colección. Seguramente razones presupuestarias han lastrado la mayoría de las instalaciones que se han realizado, además de no tener en cuenta la importante componente social que un museo de verdad requiere. En ese sentido es necesario reseñar la calidad museística que presenta el Museo Paleontológico Aragonés, ubicado en las instalaciones de Dinópolis de Teruel, donde se ha compaginado una cuidada exposición de restos fósiles con la necesaria vertiente didáctica que estos montajes requieren. Esperemos que el público aragonés se encuentre ahora en Zaragoza con un museo de calidades y cualidades adecuadas a las necesidades educativas actuales de la población. Además de desear que este nuevo Museo de Ciencias Naturales de la Universidad de Zaragoza esté concebido y diseñado con modernas  técnicas museísticas, sería necesario también dar una solución digna (se quedan sin museo…) a la Asociación de Amigos del Museo de Paleontología de la Universidad de Zaragoza (SAMPUZ), muy querida y conocida  por la sociedad aragonesa, en general, y que con su esfuerzo y trabajo durante todos estos años atrás han sabido conectar la paleontología con la sociedad, muchas veces, con más ahínco y dedicación que los principalmente interesados en ello, como deberían ser los mismos investigadores. Veremos en qué queda todo esto.



 

jueves, 20 de noviembre de 2014

Profesor: "¡oh, capitán, mi capitán!".


    
      Enseñar y entusiasmar. Esas son, a mi juicio, las dos condiciones esenciales para que el “acto educativo”, o  de educar, sea  efectivo, en cualquiera de los niveles educativos. Es más, creo que no se puede enseñar sin antes entusiasmar. No siempre se consigue, pero si se intenta hay buenos resultados. Tenemos que olvidar esas viejas técnicas docentes de dar clase subrayando y señalando en un libro de texto, o leer largos textos en imágenes proyectadas,  para después memorizarlo  y vomitarlo en un examen. Eso no es educar, eso es aburrir, cansar, y despreciar  al alumnado. Y, por desgracia, hay quien sigue haciendo eso.
    
     Es cierto que con las nuevas imposiciones de la nueva ley de enseñanza, con un número grande de alumnos por aula y más horas docentes por semana, la tan cacareada calidad de la enseñanza se hace difícil de conseguir. Pero esta, aun en estas condiciones indeseables, se hace mucho más llevadera si se genera un verdadero interés y entusiasmo por la materia que se imparte. Este impulso que el alumnado puede recibir viene únicamente de la calidad del profesorado. Y sin entender que esa calidad se basa única y exclusivamente en su “preparación” académica, que también, pero el despertar  el interés del alumnado por un tema o disciplina concreta debe ser dirigido y estimulado por alguien que realmente  sepa de la misma, que disfrute con su docencia, y que sea un verdadero transmisor de conocimientos, no por aburrida imposición, sino por convencimiento.
     Sobre todo en niveles preuniversitarios se debe enseñar con mesura, sentido común, y con el convencimiento que vale más aprender dos cosas bien, que cuarenta mal, o a medias, tal y como los sucesivos sistemas educativos se empeñan en  los últimos años.  No es cuestión de cantidad, sino de calidad. La cantidad no supone nunca calidad inmediata. Suele ser al revés. Si damos herramientas de reflexión, de crítica, de opinión a la gente, ésta reaccionará buscando y asimilando información para estar al día o ponerse al nivel del  grupo. Lo tengo comprobado. Si se explica con detenimiento, contundencia, decisión y cierto nivel de brillantez expositiva, esa misma gente descubre que el conocimiento es necesario en sus vidas, deseándolo buscar de inmediato. Hay que seducir y convencer. Sin arrogancias ni petulancias. Sin desprecios por ninguna disciplina ni creyéndose en posesión de ninguna verdad inamovible. Pero siempre dando ejemplo de lo que se sabe, de lo necesario que es saber, de lo que se aprende con esfuerzo y, sobre todo,  de lo mucho que te queda por aprender. Ese es el tipo de profesor que quiero ser de mayor. Y juro que lo intento.
     No lo puedo evitar,  después de esta reflexión tengo que nombrarlo. Me refiero a mi gran amigo,  maestro,  y profesor de paleontología  Emiliano Aguirre Enríquez, (¡oh, capitán, mi capitán!) con quien, desde la Universidad de Zaragoza al principio y después desde Atapuerca, supe apreciar lo que es “dar clase con clase”. Estoy en ello. Espero ser en mi trabajo digno de sus enseñanzas.
Emiliano Aguirre.
 

martes, 11 de noviembre de 2014

La "mala preparación" del profesorado de instituto.



     Una de las conclusiones derivadas del estudio del informe PISA sobre educación, en relación con Aragón (aunque esto es extrapolable a todo el Estado), es que una de las principales causas del denominado fracaso escolar es la deficiente preparación del profesorado. Incluso algunos medios escritos españoles han ridiculizado vilmente a este colectivo hace unos meses al hacer públicas algunas contestaciones curiosas y erróneas, tomando la parte por el todo, a preguntas triviales y concretas que se les hacía a los aspirantes a ser profesores de Primaria. Todo un placer, casi orgásmico, para muchos detractores o inquisidores de la labor docente. No analizaré ahora la connotación freudiana que sugiere la obtención de placer por ese método tan bajo y rastrero, pero sí podemos hacer alguna consideración referente a la preparación, mucha o poca, del profesorado.

    
     Para ser un simple profesor de instituto (casi nada…) es necesario haber pasado por unos cuantos filtros académicos. El ser licenciado o graduado universitario es imprescindible para poder presentarse a una dura oposición. Unos cuantos profesores, cada vez más, poseen el título de doctor, lo que supone una acreditación de conocimientos superiores en un tema de investigación concreto. Además, hoy en día, y como requerimiento imprescindible para ser opositor es necesario realizar un máster universitario especial para ser profesor de educación secundaria (hace unos años era necesario un certificado de aptitud pedagógica de la universidad, el CAP, que se conseguía tras dos cursos de formación), por lo que se puede suponer que “ser” profesor en un centro de secundaria  público no lo es cualquiera que se encuentra uno por la calle, tal y como parece según muchas informaciones.


     Pero, cuando se argumenta que al profesorado le falta preparación, ¿sabemos a qué preparación se refieren? Creo que no. Desde 1996, año en el que se introdujo la ley de educación conocida como LOGSE en los centros, se obligó al alumnado a permanecer en ellos hasta los 16 años. Esta medida, de cuya bondad sociológica nadie duda, daba por hecho que los alumnos tenían (todos) una voluntad y deseo efervescente de querer aprender. Como se comprenderá, este gran error de planteamiento, por supuesto emitido desde ámbitos sociopedagógicos desde los que jamás se había tratado con alumnos de esas edades, ha pasado factura, y muy cara, por supuesto. Si a esto le añadimos la masificación reciente de las aulas con la desgraciada ley LOMCE y el apoyo masivo de las sucesivas  administraciones  a la educación privada, sea  religiosa o no, a través de los famosos conciertos educativos, el desajuste social que hoy en día se vive en el ámbito educativo es preocupante.


      Pero estos dos pilares conceptuales (obligatoriedad hasta los 16 años y masificación) de la mala situación educativa actual tienen poco que ver con la supuesta mala preparación de los profesores que dicen es la causante del fracaso educativo. Los profesores, desde sus departamentos didácticos, han tenido que adaptar sus conocimientos en la materia de la que son especialistas a un variado repertorio de tipos de alumnado (con o sin motivación; procedentes de familias desestructuradas o sin formación previa; con hábitos de estudio o sin ellos, etc…) aplicando un sinfín de “actividades” paralelas con  alumnado extraño, y muchas veces irreverente, que lejos de querer aprender y superarse, tienden más a preguntarse el porqué tienen que ocupar, allí atornillados,  su vida adolescente en adquirir conocimientos variadísimos en los que deben aplicar métodos de estudio metidos con embudo para poder llegar a “aprobar” algo. Muchos de los temas y conocimientos que, por ejemplo, desde mi departamento de Ciencias Naturales,  estamos impartiendo, fueron adquiridos por el profesorado durante nuestra estancia en la universidad o en cursos de especialización posteriores. Pero todo ahora parece  ser “necesario” para salir a la calle todos los días, sin ver y discernir que la masa de alumnos, de todos los tipos y condiciones, está muy alejada de esa exigencia, por lo que su brillantez en resultados académicos se hace esperar, o no llega nada más que para unos pocos casos.
     El profesorado no fracasa en su intento de enseñar. Lo que fracasa y nadie (administración y sociedad) quiere verlo, es el sistema abrumador, envolvente, abusivo, y discriminador en distintos ámbitos  que se aplica en la educación actual para nuestros adolescentes. No se puede querer que la gente deba y tenga que saber tantas cosas en tan pocos años. No es bueno ni humano. El alumnado se desmotiva al verse desbordado por tantas materias, temas, asignaturas comunes, troncales, de modalidad y  optativas que cual catarata educativa le cae sobre su cabeza. No saben muy bien qué elegir (¡quién lo sabía a sus años con seguridad…!), ni por dónde encaminar sus pasos. Todo parece importante y se les hace creer que si no se marcan un camino oficial de los previstos su vida será  de “segunda”, cuando hay que ser, siempre, de “primera”. Y si no es así, serán unos fracasados sociales. Aunque desde los centros se intenta paliar este problema con un apoyo y orientación individual, cuando puede hacerse, el sistema les encamina a una especie de “todo o nada”, “o entras o sales”, “o titulas o no titulas”, “si no llegas a esto, tienes otra salida”, etc. Desesperante.
     El profesorado, desde hace muchos años ya, está preparado, muy preparado. Jamás el sistema educativo de nuestro país ha dispuesto de profesorado tan preparado académica y didácticamente como ahora. Pero es un profesorado que está sometido a la confluencia en él de una serie de complejas variables provenientes de una sociedad que empuja a la gente a lanzarse por un tobogán que no se sabe muy bien dónde  acaba. Y algunos, está claro, se estampan. Esto solo cambiará si, y sin ejercer complejos comparativos con otras sociedades, se humanizan los requerimientos exigidos para  ser efectivos en el hecho de “educarse”.
 

 
 

miércoles, 5 de noviembre de 2014

Las ciudades y su "skyline".


Skyline de Torrebaja (Rincón de Ademuz, Valencia).
Dibujo de Mario Monterde, 2014.
     Es difícil no asombrarse cuando se ve recortada en el cielo la imagen lejana de una ciudad, que eso es a lo que se refiere el término anglosajón “skyline”. Y más cuando la ciudad es una de las grandes del planeta. Nueva York, Paris, o Madrid presentan unos skylines verdaderamente espectaculares. Y en esa asombrosa vista tiene mucha importancia la abundancia de edificios singulares o especiales que allí haya. Sorprende y causa gran admiración a muchos esta visión de las ciudades, pero para otros resulta algo tan  agresivo para sus conciencias medioambientales que podría  parecer  que ellos  vivieran en lugares sin ningún tipo de skyline y que su lugar de residencia fuera algo totalmente acorde  y respetuoso con la naturaleza. Todos los lugares donde la humanidad habita, desde una favela en Río de Janeiro hasta la urbanización más exclusiva de Dubai son agresiones al entorno original que allí habían antes de edificarse.

Valencia

Zaragoza

 
     Y aunque todo lo que en un famoso skyline  se contempla  y admira sea habitualmente el  fruto de la más rancia actividad del desarrollismo a ultranza que en las últimas décadas se ha impuesto como sinónimo de avance social y desarrollo de la población (zonas residenciales, rascacielos, aeropuertos, puertos marítimos, monumentos, etc…), no dejan de ser también sorprendentes algunas concepciones un tanto inmovilistas, cuando no ya muy trasnochadas, de determinados grupos conservacionistas respecto a las acumulaciones humanas en ciudades y sus necesidades urbanísticas. Construcciones de viviendas unifamiliares del extrarradio urbano o  altos edificios en el entramado  de las ciudades, por ejemplo,  no parecen ser del agrado de estas gentes que aparentan desear vivir en “otros entornos”, los cuales quedan  sin especificar, por supuesto. Suelen ser colectivos de personas muy concienciadas con el medio ambiente (dicen), pero que viven fundamentalmente en ciudades. Las usan,  aprovechan  las facilidades de vida que allí se ofrecen, y no suelen hacer ascos a la multitud de comodidades de las que en esos lugares se dispone. Pero es igual. Su conciencia ecológica les dicta que todo lo que les rodea hace daño al entorno, es algo agresivo con la naturaleza, y `por tanto, algo deleznable y evitable. Aunque nunca nos enteramos de cuál es su alternativa a ese modelo de vida, si es que tienen alguna.  Dejo aquí un enlace del artículo referente a la ciudad de Barcelona publicado por Ecologistas en Acción, que puede ser ilustrativo respecto a lo que aquí se dice: http://www.ecologistasenaccion.es/article14726.html.

París
     Desde luego que nuestra vida en las ciudades debe ser más cuidadosa con lo natural de lo que es, en general,  y no deberíamos conformarnos con actitudes pseudoecológicas como el reciclado masivo, sin antes empeñarnos en consumir bastante menos y mejor. Las ciudades pueden y deben cambiar mucho ambientalmente. Es tarea de todos, como lo es el exigir a las instituciones que se regulen muchas prácticas sociales que son contrarias al desarrollo de un comportamiento socioambiental correcto. Pero todo esto no puede enturbiar la sana admiración y regocijo que  muchos sienten con la contemplación de algo tan humano y asombroso técnicamente como un  cielo recortado en el horizonte por la línea de altos edificios de una ciudad. En algunos casos es, simplemente, fascinante.
Nueva York.
 

domingo, 19 de octubre de 2014

"Consumismo desenfrenado".




     ¡Tenemos que hacer autocrítica! Somos unos consumistas desenfrenados que no tenemos remedio. Tal y como se ilustra en el chiste de la figura de arriba nos resistimos a cambiar nuestro modelo de vida occidental  para hacer un mundo mejor y más armónico. Vivimos además por encima de nuestras posibilidades. ¡Qué malos somos!
     Mucha gente con un cierto nivel de acomodo vive bajo unas condiciones de vida que son verdaderamente  exageradas y deslumbrantes para otros muchos millones de personas. Osamos vivir en edificios construidos con ladrillos, cemento y hierros (que sabe Dios de dónde y cómo se obtienen), y no en cabañas ecológicas de madera u otros materiales más “naturales”. Esos edificios, están provistos de agua corriente y calefacción en invierno y aire acondicionado en verano. Es más, para nuestros desplazamientos hacemos uso de vehículos a motor, con el consiguiente consumo descontrolado de subproductos de combustibles fósiles, como el petróleo. Para ir de un lado para otro, trabajos,  clases, conferencias, cursos, vacaciones, negocios, queremos que haya unas buenas carreteras hechas con más subproductos petrolíferos que nos permitan llegar con comodidad, rapidez y seguridad a los sitios. Vestimos con materiales casi artificiales, pues eso de la lana, o la piel animal, es algo impensable en una sociedad con tanta gente que vestir y tan poca fauna con la que hacerlo, además de ser un timbre de buen comportamiento ecológico. Así pues, nos vestimos con materiales también provenientes del petróleo.
     Por razones de salud e higiene queremos que lo que comemos esté controladísimo, higienizado, y servido a la venta en el mayor número de envoltorios (de plástico) posible, para no correr riesgos sanitarios. Y si no es así dudamos de consumirlo, y con razón.  Por supuesto todos estos envoltorios no se fabrican con productos naturales, sino de subproductos petrolíferos también.  Además, nos rodeamos para nuestro bienestar de las tecnologías más avanzadas, tanto domésticas como de comunicaciones, como variados y  sofisticados electrodomésticos, así como  todo tipo de ordenadores y de teléfonos móviles que se fabrican gracias a la explotación de muchos niños semiesclavos que buscan la mezcla llamada COLTAN, necesario para ello. Y los usamos todos sin hacer un plante o sentada de protesta. Otros muchos materiales minerales, aunque otros no lo crean, los empleamos en hacer  casi todo lo que nos rodea, y en grandes cantidades, como lámparas, suelos, techos, tabiques, o ventanas de aluminio, por poner unos pocos ejemplos.  Pues bien,  aunque una mayoría de las personas de occidente creen vivir ajustándose a un presupuesto, muchas veces escaso, y tratan de adaptar sus recursos a una vida humilde y honesta en cuanto a la huella ambiental que pueden dejar a su paso, parece ser que no, que como han vivido siempre, sin grandes pretensiones ni delirios de grandeza, es vivir arrasando, destruyendo y sin consideración alguna por el sistema natural y social que les rodea. Todo esto, es lo que algunos denominan "consumismo desenfrenado"...
     Pero siempre hay alguien, con un nivel altísimo de conciencia solidaria y ecológica, que nos llama la atención respecto a cómo deberíamos cambiar en nuestras vidas para hacer un mundo más armónico. Lo que se echa en falta es una clara enumeración de lo que habría que hacer si estuviéramos todos dispuestos a ello. No sabemos qué es lo que se nos pide o se propone para hacer más armónico este mundo. Todo son buenas ideas y ambigüedades. Nada concreto, solo chistes cuyo objetivo es movilizar conciencias. Pero ¿para qué? ¿Para vestir de otra manera (cuál)? ¿No tener móvil? ¿Prescindir de la tecnología? ¿No viajar, aunque sea por trabajo? ¿Volver al carro y las mulas? ¿Vivir en otro tipo de construcciones? ¿Consumir menos  envoltorios y así reconciliarnos con el medio ambiente aunque cojamos infecciones? ¿Por dónde proponen estas buenas gentes empezar? No lo sabemos, pero solo reciclando, que es lo políticamente correcto en la actualidad, no se cambia el modelo. ¡Ellos dirán!
     Lo más desolador de todo es comprobar que algunos de los más gallitos y que más reivindican esta especie de catarsis social que proponen, son vecinos tuyos, viven como tú. Algunos incluso pertenecen a instituciones religiosas dentro de las cuales se autoconsideran los más progres y “majos”. Sin embargo, consumen, viajan, viven y se dejan llevar por la riada del progreso igual que los demás. Eso sí, acallan sus conciencias con la culpabilización a nuestra sociedad de todos los males e injusticias del mundo por no querer, al parecer, prescindir de algo (¿el qué?) que haga este mundo tan justo como ellos y  todo el mundo desea. Sueltan sus cohetes artificiales, y cuando se van los colorines no queda más que humo.
 

martes, 14 de octubre de 2014

Tarjetas negras en educación.


 
     Desde luego no es nada comparable, ni en calidad ni en cantidad, con lo que estamos viendo últimamente respecto al uso indebido de  tarjetas en alguna famosa  entidad bancaria. Pero  es tan criticable e indeseable como en ese caso. No se habla de ello, pero pasa, y pasa desapercibido  desde hace muchos años y bajo administraciones de los dos partidos mayoritarios.
     Seguramente casi nadie que no sea del gremio educativo conocerá las muchas maneras que hay  de conseguir unos dinerillos a cambio de nada por los funcionarios de este departamento. Nos escandalizamos, y con razón, de que algunos consejeros de banco gasten y no declaren dinero en sus excesivos “gastos particulares”,  como en farmacias, fiestas, restaurantes o en temas algo más libidinosos. Pero nos parecen bien, o al menos no mal, por la escasa cuantía que suponen (aunque esto es muy relativo),  gastos sufragados por el presupuesto estatal, y considerados casi como un “derecho más” como, por ejemplo, disponer de matrícula gratuita por el derecho a examen en la Escuela Oficial de Idiomas para el funcionario de educación ó sus familiares (casi siempre hijos). Y que los profesores de la universidad, al menos en la de Zaragoza,  estén exentos de pagar las  tasas de matriculación de sus hijos en las carreras universitarias ó en los másteres oficiales. Esto, que a algunos les puede parecer que es poca cosa, entre los cuatro o cinco cursos de un grado más un máster posterior de un solo curso,  alcanza una cantidad que oscila entre los 8.000 y los 12.000 euros en total. Si multiplicamos esto por un número de usuarios de estas prebendas que podemos suponer que hay, la cifra se desborda por todos los lados. ¿No parece esto escandaloso? O la gran cantidad de directores de instituto que, tras ocho años de ejercer  ese cargo con complemento retributivo especial, que varía según el tamaño del centro, lo siguen cobrando (en parte) al dejar de serlo, de por vida laboral, y sin ya tener responsabilidad alguna. ¿Este gasto es necesario? Y me dejo más ejemplos...
     ¿Todo esto es normal? ¿Se tiene derecho a ello? ¿Debe ser así? Lo que está claro es que nadie se escandaliza ni protesta de estas prebendas del funcionariado de educación (en otros ministerios o consejerías también sé que los hay, incluso superiores...), muchos por desconocimiento, otros por no ahondar más aún las grandes brechas existentes entre este colectivo educativo y la sociedad en general. Y otros, los más inmorales, porque harían lo mismo si estuvieran en su lugar y por eso “comprenden” esta actitud. Pero si nos ponemos puntillosos con los demás (¡y, por supuesto que hay que ponerse…!) también tendremos que hacer autocrítica y ser menos generosos con nosotros mismos a cargo de los impuestos que pagamos entre todos. Las necesarias reivindicaciones educativas y salariales deben ir por otro camino. No valen subterfugios extraños. Solo vale ser honestos y no pretender perpetuar privilegios para unos pocos con el dinero de todos.

jueves, 25 de septiembre de 2014

¡Al rescate!


     No es el primer caso que ocurre con los deportes de riesgo. Han ido un grupo de voluntarios aragoneses a  rescatar a un espeleólogo  español en Perú que ha sufrido un accidente en una cueva, a 400 metros de profundidad. Las autoridades peruanas o no se han enterado o no quieren gastar dinero en socorrer a una persona que se hiere en una aventura de puro placer. ¡Cómo son…! La verdad es que estos desgraciados acontecimientos llevan a la reflexión. La práctica de deportes de riesgo, de muy alto riesgo, debería estar regulada mejor. No basta con que los que los practican sean, como dicen en las crónicas periodísticas, “deportistas experimentados”, o que haya que rescatarlos (el Estado),  con dinero público,  de cualquier parte del mundo en la que se accidenten porque paguen  aquí sus seguros médicos deportivos.
     Muy a menudo estos arriesgados deportistas suelen ser de una casta de gente que se enorgullece de realizar actividades muy relacionadas con la naturaleza, y resultan ser el banderín de enganche y el paradigma del ecologismo actual. ¡Qué mejor y atrevida actividad que tirarse en parapente, hacer “puenting”, subir a las más altas cumbres,  o bajar a difíciles cavidades para explorarlas, vivir su aventura y, si puede ser, su dosis de exposición mediática! No son deportes baratos: no consiste en tener un equipo sencillo de ropa deportiva  y ponerte a correr por un parque…, no. Su ejercicio requiere de materiales de los más  modernos y especiales en cuanto a resistencia, peso y diseño tecnológico, lo que sugiere ya un precio desorbitado. No está al alcance de cualquiera que quiera practicarlo, desde luego. Por lo general, solo la gente de dinero puede hacerlo. Pero eso sí, son de una, dicen, conciencia  ecologista fuera de lo normal (aunque los hay que ni siquiera eso…). Intentan realizarse personalmente (comentan en privado…) a través de la puesta a prueba personal en su particular enfrentamiento a los riesgos que la naturaleza les ofrece, pensando así que la vencen, que pueden con ella, que una vez más el hombre demuestra que es capaz de domesticarla. Será por eso que ningún grupo ecologista conocido se posiciona en contra de estas aberraciones “deportivas”, ya que forman parte de una esencia naturalista, forrada, eso sí,  de una  parafernalia hiperdesarrollista,  aunque se oculte (viajes, materiales,…), que avergonzaría a cualquier persona que con humildad  vive en y de la naturaleza.

 

     Y lo peor no es que esta gente presente unas incoherencias cínicas en su actividad medioambiental, sino que mucha gente que ahora se tira de los pelos  y protesta por la ineficacia de los peruanos y las autoridades españolas al no acudir de inmediato a rescatar al pobre espeleólogo que se ha quedado, malherido, en una cueva del Perú, son los mismos que han criticado que se repatriaran rápidamente a los sacerdotes misioneros afectados de ébola en países africanos. Hay que ser coherentes, se sea ecologista o no se sea. Aunque lo de los misioneros también sugiere algún comentario.
     El rápido montaje (era urgente y necesario por cuestión médica) para traerse a un hospital de aquí a los  españoles infectados por el virus mortal, sacerdotes católicos ellos, y aunque no es comparable esta actividad con la  del espeleólogo herido, también resulta  chocante para mucha gente que lo está pasando muy mal aquí por cuestiones económicas. Chocante, y en algunos casos irritante, al poder comprobar que personas  que se van voluntariamente a países tercermundistas a tratar de ayudar  a personas enfermas, y que dicen que dejan todo aquí por ellos, no encuentren allí un refugio médico, a la vez que espiritual, entre los suyos. Suele oírse de sus bocas que con lo que se gasta el Estado (español u otros…) en cualquier maniobra militar, o en viajes de negocios con empresarios, se podría pagar el tratamiento de muchos infectados de ébola, malaria, tifus, etc., en esos países tan pobres. No les faltará razón, y seguro que se podría hacer mucho más.  Pero, sin embargo, no ponen reparo alguno a ser tratados como los jefes de estado  que ellos critican para ser recogidos, gratis, en un avión medicalizado y ser enviados y entregados  a la sanidad española para tratar sus dolencias. ¿Por qué no deciden quedarse allí para ser tratados como ellos hacen con sus pacientes indígenas?  Con todo mi respeto por la labor humanitaria que realiza esta gente,  el  irse de misionero a diez mil kilómetros de distancia, sabiendo que papá Estado los vigila, mantiene y rescata sin coste alguno para ellos o sus órdenes religiosas  si hay algún problema, devalúa, en mi opinión, ese acto heroico y entregado que tradicionalmente se dice que es el ser misionero.

 

     Deseo firmemente que se recupere del ébola el último misionero repatriado; y que el espeleólogo salga lo menos dolorido posible de la cueva en la que se ha metido, pero, por favor, en actividades humanitarias voluntarias por esos mundos  y en las de practicar deportes de riesgo inútil, dentro o fuera de nuestras fronteras, habrá que diseñar un protocolo (con condicionantes económicos incluidos, como  seguros obligatorios para circunstancias especiales, por ejemplo) para que todo el mundo sepa a lo que tiene derecho, o cuánto dinero te va a costar, si te pasa algo grave.

jueves, 4 de septiembre de 2014

Asomando la patita.




  “Durante más de 800.000 años el hielo ha sido una característica permanente del océano Ártico. Ahora se está derritiendo por el uso desmesurado de energías fósiles sucias y, en un futuro cercano, el hielo podría desaparecer por primera vez desde que los humanos pisamos la Tierra. Esto sería devastador tanto para los pueblos como para los osos polares, narvales, morsas y los demás moradores del Ártico, así como para el resto de la Humanidad.
   El hielo refleja gran cantidad de calor solar hacia el espacio y mantiene así fresco al planeta y estabiliza los sistemas meteorológicos de los que dependemos para cultivar nuestros alimentos. Proteger el hielo significa protegernos a todos”.
      Hacía mucho que no aparecían en campañas publicitarias defendiendo sus propuestas. Los grupos conservacionistas (Greenpeace, Ecologistas en Acción, entre otros)  estaban desaparecidos del mapa…, (sería cosa de la crisis) hasta ahora. Será que este año no era propicio para convencer a nadie de las bondades de su ideario ante la deteriorada calidad de vida en nuestro país. Puede que sea por eso, o por todo lo contrario. Pero ya rezuma de nuevo su inmaculado y buenista ideario ambiental, aunque la gente lo esté pasando mal en su vida cotidiana. Pero eso da igual, parece ser.
     Pretenden que la ONU declare “Santuario global” al hielo del Ártico. No es mala idea, desde luego. Con ello no se sabe muy bien cuál será el compromiso de los gobiernos para eliminar drásticamente la emisión de contaminantes a la atmósfera procedentes de la quema de combustibles fósiles. ¿Reducirá el mundo occidental su masivo consumo de estos productos? ¿Cambiaremos nuestras vidas y dejaremos de usar de una vez teléfonos móviles, bolsas de plástico, electrodomésticos, vehículos a motor, y otros mil millones más de artefactos que están hechos con subproductos del petróleo? ¿Cómo viajaremos? Si la energía nuclear no convence por peligrosa, qué hacen que no protestan un día sí y otro también, por poner un ejemplo, por la construcción prevista de 30 centrales nucleares más en Francia para el año 2050? ¿Qué se propone para conectar a la gente internacionalmente y que no se generen residuos? ¿Por qué no salen los colectivos de científicos medioambientalistas de todo el mundo (que parecen haber sido sustituidos por los ecologistas de estos grupos mediáticos) a explicar a la gente el catastrofismo que suponen las ideas de estos colectivos? ¿Todo va a ser como ellos vaticinan? ¿En qué se basan? Y sobre todo, y estando dispuestos a colaborar con el medioambiente, y por tanto con nosotros mismos, de qué utensilios y formas de vida estamos dispuestos a prescindir en nuestras vidas para que la naturaleza se “salve”: viajes; comida para todos (casi 7000 mil millones), comunicaciones; ropa no fabricada con lana, piel y otros productos naturales (¿de dónde saldrían…?); del plástico que inunda nuestras vidas (¿con qué sustituirán los envoltorios de alimentos comprados a granel, por ejemplo?); ¿del papel higiénico?.
     Para cumplir con los objetivos ambientales  que estas organizaciones dicen que pretenden, o cambiamos de vida radicalmente con el consiguiente detrimento de su calidad, o necesitamos alternativas de actuación claras y posibles que nos permitan mantener nuestro nivel.  En lo de reducir el uso del papel higiénico nos llevan delantera los países musulmanes…

domingo, 27 de julio de 2014

Ecologista viajero.


     No hace falta pertenecer a un grupo ecologista con renombre para sentirse con conciencia ecológica. Nos pasa a muchos. Reciclamos vidrios, papel, cartón, vidrio y pilas. Nos sentimos bien con lo que hacemos con el medio ambiente. Incluso nos creemos con el derecho a criticar los desatinos medioambientales que se cometen por ahí. Somos exigentes con los demás en temas conservacionistas pues hacemos “lo que podemos” en nuestras vidas con la naturaleza, cada vez más respetada por los yuppies del conservacionismo. Somos geniales.
     Pero además, viajamos. Fundamentalmente en verano, aunque nos gustaría hacerlo más a menudo, o al menos, eso decimos a los que nos encontramos con familiares o amigos. ¡Se aprende tanto, se viene tan cambiado de un viaje y se empapa uno de tantas culturas diferentes que es “necesario”!. No todo está en los libros, hay cosas que se prenden viajando, dicen…

Precioso paisaje marino de "isla de las cabras", junto a Terceira, en las Azores.
¿Cómo hemos llegado hasta aquí?: se admiten propuestas...
     Una de las cosas que se pueden aprender si se tiene algo de sensibilidad es la gran capacidad de autoconvencimiento que tenemos al ver la gran falsedad de nuestros criterios ecológicos de pacotilla. Criticamos actuaciones urbanas o de infraestructuras modernas en lugares exóticos o remotos, como la construcción de carreteras o de hoteles en  lejanos lugares emblemáticos de gran valor ambiental, pero queremos viajar a esos lugares en supercontaminantes aviones. En muchas ocasiones no hay otro remedio para ir a determinados sitios, es verdad,  pero una vez llegados allí podíamos tener la decencia de no criticar los escasos adelantos o actuaciones poco respetuosas con el medio ambiente que allí se suelen ver, y que han servido para que unas pocas gentes vivan algo mejor. Somos implacables: queremos pureza ecológica en lo que visitamos, es nuestra fina cultura conservacionista. Muy probablemente sean verdaderos atentados ecológicos lo que vemos, pero nosotros hemos llegado hasta allí ¡contaminando!
Utilización humana de los entrantes naturales en la línea de
 costa, de naturaleza volcánica, para recreo
 turístico generando balsas o piscinas "naturales".
¿Esto es respetable ecológicamente?
 ¿Es mejor construir piscinas artificiales? ¿O nada, y que se aguanten?
 
     Miles o millones de personas que visitan islas civilizadas y que viajan en barco o avión son los primeros en posicionarse en contra de las empresas petroleras para que no prospecten  la existencia de nuevos yacimientos de petróleo, como en Canarias, por ejemplo. Pero luego hacen uso de los adelantos técnicos más sofisticados para viajar a las islas o a cualquiera de innumerables destinos que eligen a lo largo del año para relajarse o pasar un fin de semana tras otro.  No hay nada más chocante que ver cómo se ofertan excursiones desde algunas islas para ver ballenas o delfines en alta mar, con el anzuelo de ser una salida “ecológica”: a 5.000 kms de distancia de tu casa, en barcos pertrechados con todos los avances de la tecnología industrial moderna y con motores potentísimos alimentados por gasoil. Solo faltaba que el barquito se llamara "Rainbow Warriors", como el de Greenpeace. Eso es una incoherencia cínica que resulta muy difícil de asumir y de respetar. Esas mismas gentes, ¿aceptarían una restricción de uso de carburantes fósiles en este momento? ¿Qué harían si se les impidiera seguir viajando por falta de combustibles? ¿El desarrollo que tenemos quedaría en el olvido y volveríamos sin miramientos a formas de vida del pasado? ¿Realmente se estaría dispuesto a cambiar a una vida más “natural” prescindiendo de aparatos, tecnología, comodidades…, con tal de salvaguardar intacto el entorno?
     Si queremos seguir viajando, aunque se sea muy ecologista, hay que asumir ciertos impactos en el medio ambiente. Estos deben ser los mínimos posibles, por supuesto, pero es cuestión de elegir.
Vista parcial de Angra do Heroísmo, ciudad Patrimonio de la Humanidad de Terceira (Azores).
Destaca en primer término un edificio adosado al talud rocoso. Es un hotel recientemente inaugurado que ha levantado ampollas (y con razón...) entre los ecologistas locales por el poco cuidado tenido en su diseño y poca adaptación al entorno. ¿Y el puerto? ¿Y los malecones costeros? ¿Y el forrado con cemento de todo el talud ribereño (junto al hotel también y en todo el frente marino de la ciudad). Y...

jueves, 3 de julio de 2014

Tercera corrección.


     Por suerte o por desgracia ha habido que realizar una tercera corrección de los exámenes de selectividad de la asignatura “Ciencias de la tierra y medioambientales” (ctma). Y me ha  tocado a mí el hacerlo. ¡Increíble! Más de cuatro puntos de diferencia en bastantes casos respecto a la calificación puesta por el primer corrector, que era un mismo  profesor universitario del departamento de Ciencias de la Tierra (geología) de la Universidad para esos exámenes. Preguntas calificadas por él con un 0,1 puntos sobre 0,5 se recalificaban en la tercera corrección en 0,4 y/o 0,5 puntos, casi igual que la segunda corrección realizada por la, en este caso, coordinadora de la asignatura en la universidad. ¿A qué es debido esto? Pueden ser equivocaciones inocentes, una mala racha personal o falta de honestidad. No lo sé, la verdad. Algún profesor universitario dice que los profesores de universidad no ponen nunca dieces… ¿Increíble también, no? Será por algún complejo de inferioridad transformado en superioridad o por  simple y llana estupidez? Tampoco lo sé. Pero de poner dieces a infravalorar sin piedad lo que los alumnos ponen va un abismo. Y eso puede ser, casi seguro, por inseguridad personal o por desconocimiento del tema, o las dos cosas.


     Teniendo en cuenta que los que pasan por una tercera corrección son los que han reclamado su nota, ¿qué habrá pasado con los que no lo han hecho? No es fácil aceptar que por una mala corrección, basada en una falta total de coherencia, honestidad y respeto humano, algunos alumnos se vean sometidos al capricho de estos “correctores” y vean truncadas por unas décimas la entrada a una determinada carrera, y por tanto, a un futuro profesional. Pero algunos no tienen más remedio que aguantarlo. Me hubiera gustado ver cómo contestaban a las preguntas del examen esos profesores tan “exigentes”, por decir algo, aunque me lo imagino.

 

    Esperemos que las autoridades académicas universitarias actúen en consecuencia, las cuales son ya sabedoras de este atropello. En caso contrario se convierten en cómplices de este despropósito. Ya veremos…, no me fío nada.

lunes, 16 de junio de 2014

Sin gas ruso.




     Miedo a quedarse sin gas. Parece una trivialidad pero  la gente que vive en el este de Europa lo ve de otra forma. El corte de suministro de gas ruso a Ucrania ha puesto a temblar a muchos europeos que dependen también de ese combustible. Ya veremos si nos toca a nosotros más adelante, aunque nuestros amigos y hermanos musulmanes  lo evitarán, seguro. ¿Pero por qué dependen allí  tanto de ese recurso? Pues por la sencilla razón que lo necesitan para su desarrollo y vidas cotidianas occidentales. Por eso. La modernidad y la comodidad son prioritarias para la vida actual, y solo se consiguen con ingentes cantidades de energía. Y además, en esos países no tienen gas  en su subsuelo geológico. Seguro que si tuvieran lo suficiente como para autoabastecerse, lo sacarían de las entrañas de la Tierra y lo usarían. Quieren tener calefacción (muy necesaria en esas latitudes del norte europeo), luz doméstica  y combustible  para la maquinaria y mantenimiento de sus hospitales, colegios,  empresas, fábricas y hogares. Para vivir, sin más. Pero para vivir como hoy en día se entiende que se debe vivir en el mundo occidental, claro, no como hace un siglo, incluyendo en ese mundo a  los “conservacionistas” de esos países. ¿O como viven estos últimos en el norte? ¿Sin gas ruso, ni petróleo?
Ruta del gas ruso en Europa..., hasta ahora.
 
Eso parece...
 

     Por ahora no vemos manifestaciones encabezadas por políticos incultos en temas ecológicos, ni a asociaciones conservacionistas de postín, para expresar su regocijo y satisfacción por el alto grado de conservación ambiental que se va a conseguir en los países del norte de Europa al no poder usar ese combustible fósil y así no contaminar el ambiente. Es posible que tengan miedo a que la gente se les eche encima por preferir que nada funcione con esos “altísimos niveles de contaminación y destrozo medioambiental”,  a que se obtenga el gas del subsuelo, incluso el ruso,  para su estilo de vida. ¿Con qué se calentarán ahora los nórdicos y ucranianos sin el gas ruso? ¿No hay energías alternativas, limpias, que permitan llevar el mismo tren de vida occidental sin contaminar? Eólica, mareomotriz o solar, son algunos tipos de fuente energética entre los que pueden elegir para sustituir a la convencional procedente del petróleo, y semejantes a los que recomiendan usar tan encarecidamente, por ejemplo, en Canarias.
 

 

 

 
     Cuando hace unos días un montón de concienciados ciudadanos  salían a la calle en las islas Canarias pidiendo que no se prospecte el mar para la extracción de petróleo argumentando un posible gran deterioro ambiental  y, sobre todo,  el fuerte impacto visual que generarían las plataformas, resultaba casi  vergonzoso e hilarante, a no ser por lo serio que es el tema, ver que su propuesta alternativa (visto escrito en sus carteles…) era nada menos que el uso de AEROGENERADORES. ¿Con energía eólica irán a Canarias los cinco millones de turistas al año que los sustentan? ¿No generan impacto visual en las preciosas islas? ¿Se desplazarán también con viento por el interior del archipiélago para abastecerse de alimentos, que también les traen de fuera?
Esto sí...!!!
     Ya pueden ir desplegando las velas al muy venerado por muchos buque insignia "Rainbow Warrior", que ese es el futuro que parecen desear. Y si no, a remo.