¡Dejadme vivir! Geología, Paleontología, Ecología, Educación.

Enrique Gil Bazán.
Doctor en Ciencias Geológicas (Paleontología).
Zaragoza, Aragón, España.

sábado, 11 de junio de 2016

La dificultad de diseñar exámenes de selectividad con "nivel".



     Es difícil que pase un año sin que haya algún tipo de problema con los exámenes de Selectividad. Parece casi imposible que los señores coordinadores cumplan en su totalidad con lo acordado en las reuniones realizadas con los profesores de secundaria para acotar y decidir sobre qué temas y apartados se pueden poner preguntas en los exámenes de esas pruebas.
     Y casi siempre sucede con las mismas asignaturas. Este año ha tocado con Biología y, en especial, con Química. Hace varios años fue en Matemáticas el desatino, lo que le costó la coordinación al profesor correspondiente, el cual, con muy poca delicadeza se defendió atribuyendo a lo poco que se daba de esa materia en los institutos como causa del desconocimiento de los alumnos. Y no es de extrañar. Algunos de ellos son así de divinos y de “preparados”.  Como digo, este año es la Química la que se ha llevado el premio gordo. Al parecer, el coordinador es nuevo (¡claro!)  y no se ha ajustado a la profundidad debida en las preguntas, ya decidida en las reuniones previas. “Tampoco es tan grave”. “Eso le puede pasar a cualquiera”. “Es normal, si el hombre es nuevo en estos menesteres…”  Estos y otros comentarios parecidos seguro que hacen los muy comprensivos. Y seguramente esos tan comprensivos no tendrán hijos examinándose en selectividad este año, casi seguro.



     Resulta muy cansado hacer una reflexión en relación a este tema. Sobre todo cuando se tiene que explicar lo obvio a personas teóricamente formadas y preparadas, y con un cargo de responsabilidad. Pero hay que hacerla. En especial cuando se participa activamente cada año en los tribunales de selectividad y se está acostumbrado a oír comentarios de muchos profesores universitarios que también participan, hechos con prepotencia, desdén, con altivez, y casi en plan perdonavidas en relación con el nivel  que llevan los alumnos cuando entran en la universidad. En algunos casos incluso se mofan de la simplicidad de muchas pruebas que ellos mismos han preparado para el evento con el fin de que “puedan entrar” a la universidad. Por suerte, no todos los responsables en algo referente a la Selectividad hacen cosas así. En Ciencias de la Tierra y Medio Ambiente (CTMA) desde hace años disfrutamos de la eficaz y comprensiva coordinación de la profesora de geológicas Ana Rosa Soria de Miguel que realiza profesionalmente su labor diseñando unos exámenes de Ciencias de la Tierra perfectamente ajustados a temario y a los acuerdos con el profesorado. Su preocupación por que el examen sea del agrado general de todos los docentes y que se ajuste a lo impartido en las aulas es digna de todo elogio y reconocimiento.
     Pero como casi todos los años, suelo disfrutar un poco enfrentándome dialécticamente  a esos profesores que señalaba antes en las largas esperas a que los alumnos terminen su examen. En esta ocasión solo he podido vivir dos. Una relacionada con un profesor miembro del tribunal que al ver el contenido del examen de matemáticas expresó su descontento (una vez más) con el bajísimo nivel en esa materia con el que llegan ahora, y desde hace tiempo, los alumnos a la facultad. Ante estos comentarios se puede reaccionar de muchas formas. Tengo la costumbre de dar unos capotazos despistantes al principio para entrar con más contundencia después, así que le hice ver que comprendía su desazón ante semejante situación que debe vivir cada año en su facultad, haciéndole recordar  después el “nivelazo” de matemáticas con el que él entró a la universidad hace 30 años. A continuación hicimos juntos un recuento de las asignaturas que “antes” recibíamos en nuestra formación preuniversitaria, reconociendo las muchas carencias que se tenían entonces. Reconocimos que nos faltaba aprender algo de manejo informático (no existían entonces los ordenadores), de tecnología, o de un par de idiomas, por ejemplo, como sí se hace ahora. A continuación hago una invitación  a hacer ambos el examen actual de selectividad de todas las asignaturas, preguntando si creen que los aprobarían, aunque ayudándoles moralmente un poco diciendo que yo tampoco lo haría a pesar de estar impartiendo clases en esos niveles académicos. Como la respuesta suele ser que ahora no se acuerdan de “esas cosas” tan variadas (Lengua, Historia, Filosofía, Inglés y/u otro idioma, Biología, Química, Matemáticas, Física, CTMA,…) y tengo comprobado que, poco a poco, reconducen su postura altiva e intolerante con los niveles actuales viendo que a los 18 años una persona de ahora sabe muchísimo más que las de “antes”, terminamos acordando  que los conceptos de nivel académico y de formación personal deben ser  renovados de inmediato.
      Otra anécdota (y que tiene su gracia), se produjo cuando al vigilar el examen de Ciencias de la Tierra y del Medio Ambiente (CTMA) un profesor de inglés, acompañante mío en las vigilancias, y que un poco antes había estado comentando con un compañero de matemáticas de visita al tribunal  la simpleza de los exámenes, me preguntó si eso de las Ciencias de la Tierra era “lo que antes llamábamos Geografía”… ¡Tuve que desconectar el piloto automático y aterrizar a mano!

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