Gracias,
sobre todo, a la intensa actividad del catedrático de Prehistoria de la Universidad de Zaragoza del Campus de Teruel, Francisco Burillo, cada vez
es más conocida la zona del interior peninsular española conocida como Serranía
Celtibérica. Provincias como Soria, Burgos, Guadalajara, o Teruel, entre otras,
forman parte de un espacio casi desierto de humanos, con su muy escasa
población envejecida, y con un nivel de desarrollo económico y de
infraestructuras muy deficiente
El empeño de
muchos en que esto cambie suele ser noticia en muchos medios, los cuales creo
que consideran este interés casi como algo reseñable al mismo nivel que cuando
se contemplan las arquitecturas hechas con hielo de algunas ciudades en China,
es decir, con curiosidad pero sin generar el más mínimo interés cultural ni
motivación alguna. Conozco personalmente a personas muy involucradas en
relanzar zonas degradadas y deprimidas del corazón geográfico de la Serranía
Celtibérica, como el valenciano Rincón
de Ademuz, los cuales no dejan en esforzarse en decir que ellos están, que
existen, que quieren seguir existiendo, y que hace falta que se les preste algo
de ayuda.
Del
manifiesto que desde “Serranía Celtibérica” se emite en su página web quiero
destacar una parte esencial de su contenido que creo resume a la perfección
cuáles son sus pretensiones, y con las que me siento en total sintonía de fondo. Dice así:
"Quienes vivimos en la Serranía Celtibérica y nos resistimos a
abandonarla pedimos:
Al Gobierno Español y a los Gobiernos Autónomos que reconozcan la peculiar entidad territorial de la Serranía
Celtibérica. Que, ante su crítica situación, apliquen la discriminación
positiva y tomen medidas efectivas, no paliativas, en materia
económica, fiscal y de infraestructuras, y que anulen las “fronteras”
educativas y sanitarias. Que los fondos que destinan en materia de despoblación
y envejecimiento se inviertan de forma finalista en los territorios
despoblados.
A la Unión Europea que, como eurorregión
poco poblada, tenga en cuenta su condición periférica y fronteriza y
aplique las medidas legisladas en materia de montaña, ruralidad y despoblación.
Que ubique en la Serranía Celtiberica el Centro de la UE de Documentación e
Investigación del Desarrollo Rural
A la UNESCO que reconozca el Patrimonio Cultural de la
Celtiberia como Patrimonio de la Humanidad (estuvo en su lista
indicativa desde 1998 al 2006).
Necesitamos medidas efectivas de “repoblación”, que supongan la explotación
sostenible de sus recursos, la promoción nacional e internacional de
la riqueza potencial de la Serranía Celtibérica, de su patrimonio natural y
cultural, de sus productos agroalimentarios, artesanales, gastronómicos y
turísticos. ¡Y las necesitamos con extremada urgencia! Por que no hay
nada más triste y desolador, para la mayoría de nuestros muncipios, que vivir
en el vacío de sus calles en invierno, en la soledad de un pueblo sin niños, rodeado
de casas que se van hundiendo, y a más de una hora de coche de cualquier
servicio.
(Manifiesto desarrollado por el Instituto Celtiberia de Investigación
y Desarrollo Rural y el Proyecto I+D+i: HAR2012-36549. “Segeda y la
Serranía Celtibérica: de la investigación interdisciplinar al desarrollo de un
territorio”, financiado por el Ministerio de Educación y Ciencia y los
fondos FEDER, en el que participan 30 investigadores dirigidos por Francisco
Burillo-Mozota, catedrático de Prehistoria de la Universidad de Zaragoza en el
Campus de Teruel. Veáse el documento: Serranía Celtibérica (España). Un
Proyecto de Desarrollo Rural para la Laponia del Mediterráneo)"
Si
se lee detenidamente puede comprobarse que se vigila la redacción con esmero.
Hasta el punto de no descuidar la intervención cuidadosa y respetuosa con el
medio ambiente de la zona. Este hecho, que hoy en día no resulta en absoluto
novedoso, y que cualquier escrito reivindicativo o de defensa de un lugar incluye,
resulta aquí especialmente relevante.
Quizás sea
el área de la Serranía Celtibérica una de las zonas peninsulares y europeas
donde lo que consideramos “conservación de la naturaleza” sea lo más relevante
de la zona. Y no porque haya habido un especial interés en que eso sea así
allí, sino por el profundo desinterés en la zona para aplicar el desarrollismo
a ultranza que ha estado tan de moda en otras zonas más pobladas. Aquí, en este
tema, llegamos a tiempo para salvar, conservar y poner en valor los atributos
naturales (paisajísticos, biológicos, geológicos y medioambientales) del lugar.
Pero habrá
que tener en cuenta que el futuro desarrollo (¡ojalá llegue!), con repoblación
humana incluida, lleva consigo una serie de medidas que poco tienen que ver con
un “conservacionismo reaccionario”. Y quiero utilizar este término tan poco
convencional pues me consta que muchos de los que se apuntan al tirón defensivo
de la Serranía Celtibérica no son precisamente unos fieles defensores de las
acciones encaminadas a generar algún tipo de desarrollo en esas provincias, y con
especial énfasis en la de Teruel, que es la que más conozco. Me explico.
Durante estos últimos años hemos tenido que ver espectáculos tan poco edificantes
como los protagonizados por determinados grupos ecologistas (eso dicen que son…)
en contra de cualquier tipo de intervención de mejora de la vida de muchos
turolenses. Por ejemplo, la negativa tajante ante la instalación de
aerogeneradores en poblaciones cercanas al monte Javalambre, fuera del Parque
Natural, para suministrar luz a aquellos “ricos y prósperos” municipios; o la
contundente negación a que se saque del pueblo de Libros, al sur de Teruel, la sinuosa
y peligrosa carretera nacional que por allí pasa argumentado que con las obras
se podría producir un grave deterioro de
las poblaciones de la zona de una especie de planta poco común, a pesar de los
muchos accidentes de tráfico sufridos por los habitantes de esa localidad. O la
crítica feroz a la instalación de canteras de extracción de arcillas en Aguilar
de Alfambra por las molestias que
sufrirían los vecinos por el ir y venir de los camiones.
¿Cómo es
posible conciliar las reivindicaciones
que hace Serranía Celtibérica de construcción de carreteras varias en la zona
con las puristas exigencias
medioambientales de los grupos conservacionistas? ¿Han tenido en cuenta estos
responsables que las intervenciones de mejora, acondicionamiento, desarrollo en
definitiva, lleva implícita una mínima e imprescindible agresión al medio
ambiente que mucho aficionado medioambiental cerril no acepta? ¿Qué entenderán
esos grupos por “desarrollo sostenible de los recursos” tal y como reza el
manifiesto? No lo sé, pero creo que se
debería antes llegar a una fórmula consensuada de actuación para que cualquier
intervención o manifestación reivindicativa no quede tan sólo en humo una vez
desaparecidos los colorines de los mediáticos fuegos artificiales.